Una nueva investigación de la Universidad de Massachusetts Amherst (Estados Unidos) realizada con ratones sugiere que pasar tiempo todos los días en un ambiente cálido como una sauna podría ayudar a los adultos mayores, especialmente a las mujeres, a combatir la obesidad relacionada con la edad y la resistencia a la insulina.
El estudio muestra el potencial de los tratamientos térmicos como una forma sencilla de promover un envejecimiento más saludable. «En comparación con los hombres, las mujeres tienen una mayor probabilidad de ser obesas o tener sobrepeso», recuerda el líder del equipo de investigación Soonkyu Chung, profesor asociado en el Departamento de Nutrición de la Universidad de Massachusetts Amherst. «Esto es especialmente cierto después de la menopausia, debido a la pérdida de estrógeno en el cuerpo. Nuestro estudio sugiere que la terapia de calor para todo el cuerpo podría servir como una solución eficaz y no invasiva para controlar el aumento de peso y la resistencia a la insulina asociados con la menopausia», añade.
Rong Fan, candidato a doctorado asesorado por Chung, presentará los hallazgos en NUTRITION 2024, la principal reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición. Los investigadores descubrieron que las hembras de ratones mayores que recibieron un tratamiento de calor corporal de 30 minutos diarios ganaron menos peso y mostraron un mejor uso de la insulina, que ayuda a controlar el azúcar en sangre. Los investigadores también identificaron los procesos biológicos responsables de estos efectos beneficiosos.
«La terapia de calor podría ser una opción práctica para quienes tienen un aumento de grasa abdominal y un mayor riesgo de enfermedades metabólicas provocadas por los cambios hormonales de la menopausia», apunta Fan. «Podría integrarse fácilmente en las prácticas sanitarias habituales mediante sesiones regulares en saunas, baños calientes o envolturas térmicas especializadas». Para el estudio, se extirparon los ovarios de ratones hembras mayores para simular las condiciones posmenopáusicas. Para inducir el aumento de peso, los ratones recibieron una dieta occidental que contenía un 45 % de calorías provenientes de grasas.
Un grupo de ratones recibió 30 minutos diarios de terapia de calor en una cámara de calor a 40 grados durante 12 semanas, mientras que el otro grupo no recibió tratamiento térmico. Los ratones que recibieron el tratamiento térmico no mostraron daño tisular y mostraron niveles significativamente reducidos de lactato deshidrogenasa, lo que indica un menor daño tisular relacionado con el envejecimiento. La terapia también mitigó eficazmente el aumento de peso inducido por una dieta rica en grasas. En comparación con los ratones que no recibieron el tratamiento, los que se sometieron a terapia de calor mostraron mejoras significativas en la sensibilidad a la insulina y la señalización de la insulina, así como una reducción de la acumulación de grasa en áreas clave como el hígado y la grasa parda.
Mientras que el tejido adiposo almacena energía, la grasa parda es un tipo de grasa metabólicamente activa que ayuda al cuerpo a quemar más energía. Las investigaciones han demostrado que las personas tienden a perder grasa parda a medida que envejecen y cuando entran en la menopausia, lo que contribuye a un metabolismo más lento. Los investigadores también exploraron los mecanismos moleculares involucrados en los efectos beneficiosos de la terapia de calor. Descubrieron que el calor desencadena varios procesos moleculares que ayudan al cuerpo a utilizar la energía de manera más eficiente y a quemar grasa.
Un factor clave es una proteína conocida como TRPV1, que funciona como un canal de iones de calcio en la membrana celular. Cuando se activa con el calor, la TRPV1 inicia un proceso conocido como ciclo inútil del calcio, en el que el cuerpo utiliza energía (en forma de ATP) para bombear iones de calcio a través de las membranas celulares. Este proceso ayuda a aumentar la cantidad de energía que el cuerpo quema. La activación de TRPV1 y el posterior ciclo del calcio también estimulan la descomposición y la quema de grasas. Esto reduce la acumulación de grasa en tejidos como el hígado y ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina del cuerpo, que es crucial para la salud metabólica general.
«Esta serie de eventos sugiere que la aplicación regular de calor puede imitar los efectos de la quema de calorías y la pérdida de grasa. Podría ser particularmente ventajoso para las personas a las que las actividades físicas les resultan desafiantes, ya que proporciona una forma relajante de mejorar la salud metabólica», apunta Fan. Los investigadores señalan que es necesario realizar más investigaciones para determinar la duración e intensidad óptimas de la exposición al calor en las personas para obtener beneficios para la salud y confirmar su seguridad y eficacia en diversas poblaciones.
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