Dun-dun, dun-dun, dun-dun... Tiburón comienza con unos acordes que se clavan en la piel, tienen una presencia casi física. Son la antesala de un salvaje zarandeo a manos de una fuerza desconocida. Esa primera escena, pincelada con la música de John Williams, conforma un documento cinematográfico imborrable, pero no es la única maravilla que encontramos en el catálogo del compositor, cuyo repertorio será el protagonista del XI Concert de la Lluna a les Vinyes del próximo 20 de julio (21.30 horas). Una cita que conjuga sonrisas, solidaridad y la música de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears, en las Bodegas Macià Batle de Santa Maria del Camí. Grup Trui colabora con este evento desde su primera edición, así que más que una colaboración se ha convertido en una tradición. Charlamos con Miki Jaume, promotor musical y gerente de esta empresa que con voluntad pero sin metodología de trabajo no podría haber llegado tan lejos.
—¿Habrá algún cambio en el despliegue técnico del concierto?
—El Concert de la Lluna a les Vinyes ha ido creciendo y cogiendo elegancia, ha llegado a un punto casi de excelencia. Este año mejoramos la iluminación en las viñas.
—¿Qué contingente humano despliegan este año?
—Hay un gran despliegue humano y de cariño. Habrá entre 50 y 60 personas en las instalaciones de estructuras y técnicas.
—Para quien no haya seguido las noticias, ¿qué esta pasando con la licencia de Son Fusteret?
—Trui lleva diez años explotando el recinto, ahora ha habido una nueva licitación y se han presentado otras empresas de fuera de la Isla. Nosotros seguimos siendo la única empresa que garantiza el trabajo y la economía circular, pero se han presentado otras con mucha fuerza, pensamos que sin un contenido, sin una protección del programa cultural. Y si cumplen los requisitos serán los nuevos gestores a partir de 2025. Tristemente el concurso no exigía un planteamiento de programa, por tanto está abierto y es de dudoso futuro. Con nosotros Son Fusturet dejó de ser un descampado de 90.000 m2 que solo albergaba la Fira del Ram, y hoy tenemos 35 producciones al año nacionales e internacionales muy variadas.
—¿Si pierden la explotación se irán ‘con la música a otra parte'?
—Desde que mis padres arrancaron el bar y entró el primer músico a tocar nos hemos dedicado a esto. La familia tiene este ADN, estamos muy fuertes y con muchas ganas. Por supuesto que seguiremos en otro sitio.
—¿Cómo se vive un trabajo cuyo fin procura felicidad a la gente?
—Es un trabajo que te tiene que apasionar, porque son muchas horas, urgencias y situaciones peculiares. Pero siempre encuentras recompensa viendo a tu equipo unido y viendo disfrutar a la gente.
«El Concert de la Lluna a les Vinyes ha ido cogiendo elegancia, ha llegado a un punto casi de excelencia»
—El encarecimiento de los grandes conciertos es un tema que atenta contra el bolsillo medio, ¿se le puede poner freno?
—Llevamos años hablando de esto, es como el precio del suelo ¿dónde está el límite? El mundo de las grandes producciones, ya no de los festivales, sino de los conciertos individuales, está en auge. Algunos cachés se han incrementado del 30-40 %, y ni el IPC ni las nóminas han subido tanto. ¿Dónde está el freno? Tendrá que regularse...
—¿El auge de nuevos estilos y la forma de consumir música han transformado su profesión?
—Sí, por supuesto, ha cambiado el mensaje, el estilo... es innegable. Hoy se llega al éxito con poco contenido, antes un artista llegaba con un background mayor, todo ha cambiado, que nos guste más o menos es otra cosa.
—¿Alguna vez se ha plantado ante las delirantes exigencias de un mánager?
—Sí. Hay que entender que están de gira, fuera de casa, es sufrido y a veces vienen muy tensos. A veces hemos recibido exigencias inmorales, pero al final prevalece el sentido común y se llega a un punto de consenso.
—¿Qué arte debe dominar un buen promotor?
—Ser constante y honrado.
—¿Un promotor de conciertos tiene tiempo de disfrutarlos?
—Los tuyos los disfrutas de otra forma, desde dentro.
—Por deformación profesional, ¿suele analizar cosas que los demás pasamos por alto?
—Sí, pero también hay cosas que se me pasan por alto y otros me lo dicen. Por eso está muy bien hablar y escuchar la crítica.
—¿Qué producción le dejó una espina clavada?
—Muchas. La despedida de Serrat fue una espina clavada en el corazón.
—¿Con qué artista ha creado un vínculo especial?
—Con David y José de Estopa tengo un vínculo muy personal.
—Según datos del sector, en España se realizan un millar de festivales al año, lo que supone un impacto económico de más de 400 millones de euros. ¿Hay una burbuja de festivales que aún no ha explotado en la Isla?
—Creo que la proporción entre eventos culturales y la población de la Isla, sin contar los picos del verano, está bastante bien. No nos podemos comparar con grandes capitales.
—¿Mallorca es un terreno agotado para nuevos promotores?
—No quiero pisar una respuesta con la otra, porque no es un terreno agotado. Creo que tiene que crecer en contenidos de calidad como el Palma Concert Series, no en cantidad de asistencia.
—¿Quién es el artista imposible al que nunca podrá contratar?
—Muchos, Bruce Springsteen por ejemplo. Pero bueno, nunca digas no. Aunque tendría que ponerlo muy fácil Bruce (risas).
Respecto al Concert de la Lluna a les Vinyes, es importante señalar que se ha activado una Fila 0 para aquellas personas que no puedan asistir pero que sí quieran participar. Para ellas se ha puesto a disposición el siguiente número de cuenta: CaixaBank ES40 2100 2841 2513 0035 1587. Cabe mencionar que las entradas ya están agotadas.