Diuréticos, antiinflamatorios o tranquilizantes consecuencias fatales con impacto del calor.

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Tener ciertas enfermedades dispara hasta un 30 % el riesgo de morir o de acabar ingresado por el calor, y muchos fármacos muy comunes como los diuréticos, antiinflamatorios o tranquilizantes pueden agravar esas patologías o los efectos nocivos de las altas temperaturas en la salud.

El desenlace puede ser fatal, como les ha ocurrido al menos a tres hombres en los tres últimos días, dos de ellos, de 44 y 76 años, en Madrid, y un excursionista alemán de 70 en Mallorca. Además, ayer falleció otro de 35 años en Ciudad Real mientras recogía sandías, aunque se desconoce por ahora si fue por calor.

Ciertas enfermedades crónicas y algunos medicamentos están detrás de muchas muertes por altas temperaturas; ambos factores están más presentes en los mayores, lo que les convierte en el principal grupo de riesgo, recuerda a EFE Pilar Cubo, coordinadora del grupo de trabajo de Cronicidad y Pluripatología de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Son el principal, pero también niños, embarazadas y colectivos como los trabajadores del campo son poblaciones especialmente susceptibles.

El calor mata de dos formas: la más directa es el golpe de calor, de aparición muy rápida (de 1 a 6 horas tras la exposición) y que desemboca en una muerte segura en menos de 24 si no se trata rápidamente. Pero son los menos, ya que mata mayoritariamente agravando las enfermedades que se tienen.

Entre el 15 de mayo y el 30 de septiembre de 2023, fallecieron 3.009 personas por temperaturas excesivas, un 90 % de las cuales tenía más de 74 años, según el balance del «Plan Nacional de Actuaciones Preventivas del Exceso de Temperatura en la Salud 2023» del Ministerio de Sanidad. De ellas, 24 fueron golpes de calor. El grupo más afectado fueron los mayores de 64, aunque en los últimos años han crecido en personas de 45 a 64 hasta llegar a 10 en 2023, el 41,6 % del total.

En el mismo periodo de 2024, el Sistema de Monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) ha estimado 1.604 muertes atribuibles al exceso de temperatura, la práctica totalidad (1.545, el 96 %) en mayores de 65. De ellos, el 88,2 % tenía más de 74.

Las personas sanas pueden tolerar una variación de su temperatura interna de aproximadamente 3 °C, sin mayores consecuencias en sus condiciones físicas y mentales; a partir de los 37°C, se produce una reacción fisiológica de defensa que los grupos de riesgo -mayores, niños, embarazadas y enfermos crónicos-, tienen más mermada.

El envejecimiento fisiológico altera la sensación de calor y sed en los mayores y disminuye su capacidad de termorregulación mediante la transpiración. La dependencia, la discapacidad o el aislamiento les hacen aún más vulnerables.

Hay enfermedades asociadas a un mayor riesgo: en el histórico verano de 2003, los pacientes europeos con enfermedades cardiovasculares presentaron unas tasas de mortalidad un 30 % superiores. La diabetes aumenta las hospitalizaciones por calor también un 30 %; igualmente, los golpes de calor ocurren 3,5 veces más en adultos con sobrepeso y obesidad.

Del mismo modo, las enfermedades respiratorias crónicas acarrean un mayor riesgo de mortalidad, como también condiciones crónicas como insuficiencia renal, hipertiroidismo, patologías neurológicas o psiquiátricas.

El calor afecta a los medicamentos y a su efectividad y también hace que los fármacos contribuyan al empeoramiento de las patologías. Los diuréticos favorecen la deshidratación, y los antiinflamatorios, antihipertensivos -que también pueden inducir una reducción del flujo sanguíneo de los órganos- o antidiabéticos dañan la funcionalidad del riñón.

Otros pueden alterar la termorregulación central (neurolépticos u opioides, entre otros) o la periférica porque limitan la sudoración (antidepresivos o antihistamínicos). Los descongestionantes nasales o los antimigraña reducen la dilatación de los vasos sanguíneos de la piel, y los sedantes alteran la facultad para defenderse del calor al disminuir el estado de vigilia, enumera la internista.

Por ello, recomienda revisar los tratamientos en verano, identificar los fármacos que pueden alterar la adaptación del organismo al calor y retirar los que no sean necesarios. Ninguno debe tomarse sin prescripción, incluidos los productos de herbolario.

Vivir solo en condiciones desfavorables, en la calle o en casas sin acondicionar o desempeñar trabajos en el exterior o que exigen un elevado contacto con ambientes calurosos también recrudece los estragos del calor. Siete de los 24 fallecidos por golpes de calor en 2023 reunían factores de riesgo sociales o ambientales, 7 estaban trabajando y 3 estaban practicando actividades deportivas o de ocio.

«Cualquier organismo puede ser atropellado por una exposición al calor», aclara Asensio López, coordinador del Programa de Actividades Preventivas y Promoción de la Salud de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). De ahí que apele a los más jóvenes a estar «especialmente alerta». «Nos sorprende que gente de 40 años muera, pero es porque hace prácticas que no son especialmente adecuadas», puntualiza.

Los consejos no cambian: beber con frecuencia aun sin tener sed -pero no alcohol ni bebidas azucaradas-, y ofrecérselo a los más vulnerables, sobre todo a pacientes con deterioro cognitivo; evitar la exposición en las horas de más calor; usar ropa ligera que deje transpirar, permanecer el mayor tiempo posible en lugares frescos o climatizados, refrescarse a menudo y ayudar a hacerlo a quienes no pueden hacerlo.