Mónica con Miriam Campos, ambas modelos, presentanbdo la ropa de mujer diseñada por los hermanos Moñino. | Click

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Hace algo menos de un mes, el peluquero mallorquín José Moñino presentó una colección de vestidos confeccionados por su hermano, Bernardo, ya fallecido, y él, con cabello largo de mujer. Unos vestidos muy exclusivos que no pasan desapercibidos en ninguna parte, tanto por el diseño, como por el material, lo cual levantó una enorme expectación entre el público que asistió al acto, celebrado, como recordarán, sobre una acera próxima a la plaza del pirulí.

Soy de la tierra del vino

Una de las modelos que desfilaron fue Mónica Fedatto, brasileña de nacimiento, que hoy reside en Lisboa tras haber vivido durante unos años en el País Vasco -en Bilbao, concretamente-, donde se casó y nació su hijo. Mónica, morena, guapa y muy espectacular, tanto como simpática, nació en Bento Gonçalves, perteneciente al estado de Río grande do Sul, conocida como la capital del vino, una ciudad en la que la mayoría de sus habitantes son descendientes de emigrantes italianos.

«Ellos, mis antepasados -dice Mónica- son los que llevaron la tradición del vino a esa zona de Brasil… Pero yo no tengo nada que ver con él, me refiero al vino, salvo que me gusta, claro, pues es muy buen. A los 17 años me fui a Porto Alegre a estudiar Turismo y Hostelería, pero me dediqué poco tiempo a uno y a otra, ya que mis pasos se encaminaron hacia el ballet clásico y contemporáneo. Como tengo familia en Lisboa, me fui a vivir a esta ciudad portuguesa, pero no estuve mucho tiempo pues, a través de una amiga de Bilbao, me enamoré de un vasco, y allí, en Bilbao, me quedé. Y es que -sonríe- el amor tiene mucha fuerza».

Con el tiempo, no obstante, el amor se disipó, aunque no entra en detalles sobre las causas que lo mandaron al traste… «El amor, si se desgasta, como nos pasó a nosotros, lo mejor es que cada uno vaya por su lado… Pero yo sigo creyendo en él. Sí, porque estoy abierta a él… Aunque tampoco tengo mucha prisa, es decir, no voy a forzar situaciones… Si viene, bienvenido, sino…».

¿Qué?, le preguntamos. «Que no me preocupo… Dejo que todo fluya, aunque sé que el hombre, sobre todo el latino, español e italiano, es de por sí cazador. Por instinto, va a por su presa. Y en Italia, no sé si también en España, eso forma parte de la cultura».

Mónica Fedatto.

Culto al cuerpo

Le cuento que en uno de mis primeros viajes que hice a Brasil, alguien me contó que en este país se suele decir que mujer blanca, para casar, mujer negra, para trabajar y mujer mulata para fornicar… «Supongo -le digo a Mónica- que eso, si es que se pensó así alguna vez, debió de ser en la época de los conquistadores portugueses…».

«La verdad es que nunca lo escuché -responde-, por tanto no sabría qué decir… Lo que sí puedo decirle es que en Brasil nos cuidamos mucho. Hay mucho culto al cuerpo, ¿sabe? Brasil es muy grande, hay muchas culturas, muchos dialectos, pero, generalmente, en todos los estados el culto al cuerpo es habitual».

«Sin embargo -replicamos-, las mujeres en las playas, que suelen lucir diminutos tangas, la mínima expresión de tanga, vamos, seguramente por dar ese culto al cuerpo, no se quitan el sostén para hacer top less. En Copacabana me cansé de ver cuerpos hermosos, espectaculares, pero todos con sujetador. Tanga diminuto, pero los pechos cubiertos…».

Mónica se ríe. «Y sí, es así. ¿Y sabe por qué? Pues porque está prohibido, y como lo está, ninguna se quita el sujetador. Yo, le puedo asegurar que no me lo quito. Es más, nunca en una playa, me lo he quitado, ya que lo bonito es lucir el cuerpo con poca ropa, pero según que partes cubierto aunque sea por diminutas prendas. Eso sí, cuidando siempre la estética, la cual proporciona equilibrio mental y físico. Al menos eso es lo que pienso».

Luego, caminando hacia el obelisco ubicado en el centro de la gran plaza redonda, que no es tal, sino una calzada en forma de círculo, Mónica nos dice que su hijo tiene 21 años, lo cual nos sorprende, pues ella es joven. «En Brasil si una mujer cumple 30 años y no tiene pareja y un hijo, entra en pánico. Por eso, casi todas, son, somos. mamás jóvenes».

¿Es un país violento, Brasil?, preguntamos, contándole que en una ocasión, en el bus que recorría Nossa Senhora de Copacabana, vía paralela a la playa del mismo nombre, se subieron dos tipos en una parada, y a punta de pistola, en lo que llegábamos a la otra, nos despojaron de cuanto quisieron, desde dinero a relojes, gafas… «Bueno, es violento dependiendo del lugar. Puede serlo en algunos lugares de Río, pero en Sao Paulo, donde he estado, no hay mucha violencia».

Me quedo con Mallorca

Como hemos dicho, en la actualidad, Mónica vive en Lisboa, «pero mi corazón está en España, y desde que la conozco, también en Mallorca. Y si no me vengo a vivir aquí es porque ahora, que soy curadora de Arte, título que me saqué en la escuela de Arte de Lisboa, organizo exposiciones, aparte de que he adquirido compromisos artísticos que hacen que tenga que vivir allí. Pero de buena gana me venía a Palma, cosa que por otra parte no descarto, pues todo es cuestión de mirar como está el mercado artístico en la isla, o bien conectar con artistas de Mallorca. He hecho un tanteo en Madrid y he visto que allí podría tener trabajo, pero si me dan a elegir, me quedo con Mallorca, sobre todo por el clima, el sol, las playas y la gente».

Vestidos de cabello

Y hablamos, como no podía ser de otro modo, de los vestidos confeccionados con cabello de mujer…
«De verdad que no tenía ni idea… Y es que nunca había visto ninguno, porque ¿dónde los venden?».
Pregúntele a él, le decimos, señalando a José Moñino, testigo mudo de la entrevista que acaba de leer.