En el documento, publicado este lunes, las entidades explican que el consumo de pornografía en adolescentes se relaciona con un aumento de estereotipos de género, la normalización del sexismo y la imitación de prácticas, creencias y actitudes violentas en la sexualidad. Además, se relaciona con el abuso físico y verbal en relaciones de pareja.
En este sentido, el decálogo alerta de que también puede producir problemas en las relaciones de pareja, pues «se relaciona con la promiscuidad sexual, infidelidad, un mayor número de parejas sexuales y una iniciación temprana en el sexo». En cuanto a la sexualidad, avisan de que crea expectativas irreales y creencias erróneas. «La pornografía como fuente de aprendizaje, favorece la desinformación en cuestión de sexualidad», añaden.
Asimismo, sostienen que la pornografía aumenta las conductas sexuales de riesgo ya que «se relaciona con un mayor uso irresponsable del preservativo, búsqueda de relaciones sexuales bajo los efectos de sustancias y consumo de prostitución». Respecto a la privacidad, el decálogo pone de relieve que Internet «se adueña» de ella. «La pornografía se paga con tus datos. Los datos personales tienen valor para quien quiere localizar menores, acceder a ellos, conocer sus debilidades, volverlos adictos y manipularlos», indica.
Afecta a la satisfacción sexual; se relaciona con una sexualidad menos íntima y más impersonal; favorece problemas sexuales en la excitación, deseo y orgasmo; daña la autoestima sexual y se relaciona con un sexo menos placentero en la edad adulta son otras de las consecuencias que se han detectado. Por otro lado, los autores del texto destacan que se produce un «deterioro a nivel neurobiológico» pues afecta a la corteza prefrontal, sistema de recompensa, neuronas espejo y diferentes áreas en relación con el control de los impulsos y la toma de decisiones.
El uso frecuente de la pornografía se relaciona con un deterioro en la capacidad de atención, memoria procedimental y en la capacidad de organización y planificación. Finalmente, alertan de que el uso esporádico se puede convertir en un «comportamiento adictivo caracterizado por tolerancia, dependencia, falta de control, abstinencia, regulación disfuncional de las emociones con la pornografía, conflictos en diferentes áreas de la vida y necesidad de consumo frecuente».
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