El equipo responsable del estudio. | Redacción Digital

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Un estudio del Instituto de Neurociencias ha revelado que las células cancerosas compiten a favor y en contra del desarrollo del tumor, un hallazgo que abre oportunidades al diseño de nuevas estrategias terapéuticas para tratar tipos de cáncer agresivos.

Conocer en detalle cómo evolucionan los tumores para hacerse malignos es el objetivo del último estudio liderado por el laboratorio de Plasticidad Celular en Desarrollo y Enfermedad, que dirige Ángela Nieto en el Instituto de Neurociencias (IN), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche.

Este trabajo, publicado recientemente en la revista Nature Cancer, demuestra que dentro de cada tumor hay grupos de células que reciben instrucciones para expandirse por el organismo de forma maligna y otros grupos de células que se encargan de combatir el daño que supone el tumor canceroso, según un comunicado del IN. El laboratorio que lidera Nieto en el IN ha estudiado a lo largo de 20 años un proceso llamado transición epitelio-mesénquima (EMT, por sus siglas en inglés), que durante el desarrollo embrionario permite la migración de células hacia distintos destinos para formar órganos y tejidos.

Este mismo proceso lo utiliza el cáncer para diseminar sus células y dar lugar a las metástasis, tumores en órganos distintos al originario que causan más del 90 % de las muertes asociadas a esta enfermedad.

El profundo conocimiento que el equipo de Nieto ha desarrollado sobre este proceso les llevó a descubrir también que, en adultos, es un mecanismo de defensa que utilizan las células para protegerse cuando detectan un tejido dañado y repararlo. Sin embargo, cuando el daño es crónico, las células ya no son capaces de reparar, segregan colágeno que se va acumulando y se desarrolla una fibrosis que acaba degenerando el órgano. Ahora, en este trabajo, los investigadores han demostrado que en el cáncer se activan de forma inesperada, tanto el programa del desarrollo embrionario como el del adulto.

«Los dos programas se activan en el tumor, pero en poblaciones diferentes. Es decir, observamos programas opuestos pro y antitumorales que están funcionando a la vez», ha explicado la científica. Por su parte, el investigador Khalil Kass Youssef, primer autor del artículo, ha destacado que una misma célula puede responder de una manera o de otra: «Cuando la transición epitelio mesénquima se activa con los dos programas en células distintas, se produce una heterogeneidad intratumoral que, hasta ahora, era totalmente desconocida».

Además, los expertos han observado que las dos poblaciones celulares tienen ubicaciones muy diferenciadas dentro del tumor. Las células que activan el proceso EMT propio del desarrollo embrionario se encuentran en la periferia del tumor, mientras que las células que activan el proceso de reparación se concentran en el centro del tumor. Los resultados de este nuevo trabajo ponen de manifiesto que la EMT es un mecanismo de plasticidad celular que permite que las células adultas se «desdiferencien» para que puedan actuar de otra manera.

«Si la célula está muy diferenciada, no puede hacer nada más que lo que ya sabe hacer. Entonces cuando debe responder a un estímulo como, por ejemplo, el daño, tiene que revertir un poco esas instrucciones para poder hacer otras funciones», ha señalado Nieto, quien ha destacado que este mecanismo de plasticidad es esencial para llevar a cabo procesos regenerativos. Los expertos observaron que bloquear la trayectoria EMT de diseminación no solo reduce la metástasis, sino que además conlleva que más células se incorporan a la trayectoria EMT inflamatoria y favorece la captación de un tipo de macrófagos que se encarga de combatir a las células cancerosas.

El investigador Youssef ha resaltado la trascendencia de estos resultados: «Hemos confirmado que ambas trayectorias EMT son interdependientes. Se trata de un hallazgo muy valioso que abre oportunidades al diseño de nuevas estrategias terapéuticas para tratar tipos de cáncer agresivos que son altamente metastásicos y muy resistentes a las terapias actuales», ha revelado. Los investigadores han realizado este estudio empleando tres modelos de ratones: un modelo embrionario para estudiar el desarrollo de la cresta neural en los embriones, un modelo adulto de fibrosis renal y, por último, un modelo de cáncer de mama.