Lo confirmó en un acto multitudinario que se organizó en la plaza de la República de París, en señal de apoyo al militante un día después de su llegada a Francia, donde reside su familia, y que sostiene que su persecución tiene motivaciones políticas. «Nunca he herido a nadie y nunca he sido condenado por ningún delito. Trabajamos en el marco del derecho internacional y por su aplicación», defendió el veterano activista ante los medios de comunicación, antes de subir al escenario, y añadió que es Japón el que incumple la ley con la caza de ballenas: «Les da igual el aviso de la Corte Penal Internacional».
El pasado julio, cuando su barco atracó en Groenlandia, las autoridades danesas arrestaron a Watson, de 74 años, en virtud de una orden de detención emitida por Japón, que le acusa de haber herido a un marinero nipón hace 10 años en la Antártida, en un santuario de ballenas protegido por la Comisión Ballenera Internacional.
Tras su liberación el pasado martes, dictada por el Ministerio de Justicia de Dinamarca, Watson alertó a Japón de que Sea Sepherd, su organización de defensa de las ballenas, tiene un barco «preparado» en Australia por si vuelven a retomar la caza de ballenas en la Antártida. Hasta junio, cuando pretende embarcarse en una misión en Islandia, su «prioridad» será estar con sus hijos y sus nietos, y pasar las fiestas navideñas con ellos después de seis meses sin verlos, según confesó visiblemente emocionado.
El famoso activista ambiental tiene estrechos lazos con Francia, donde ha vivido varias temporadas y desde donde recibió numerosas muestras de afecto y apoyo durante su estancia en prisión, como la ciudadanía honorífica de París. «He recibido unas 4.000 cartas en prisión, de las que 3.000 procedían de Francia», reconoció frente a sus simpatizantes en París.
La presidenta de Sea Sepherd France, Lamya Essemlali, que no se separó de su lado en todo el acto de apoyo, reconoció que existe un «alto riesgo» de que Watson vuelva a ser detenido en el futuro, debido a que la orden de arresto emitida por Japón sigue vigente, lo que supone un peligro real para él en «ciertos países». Sin embargo, el símbolo de la lucha por los océanos no va a renunciar a sus acciones para impedir la caza de las ballenas y los ataques a la biodiversidad marina porque, advirtió: «si el océano muere, nosotros morimos». La posibilidad de volver a prisión es para Watson una «consecuencia» que está «dispuesto a asumir»: «Estar en la cárcel no es tan diferente de estar en un barco, con la ventaja de que no hay riesgo de ahogarse».
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