El funeral de Margaret Whittaker, retransmitido en directo desde Son Amar

Decenas de personas han asistido al evento

El funeral de Margaret Whittaker, seguido por los presentes en Son Amar. | Joan Llado

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El funeral de la empresaria y propietaria de Son Amar, Margaret Whittaker, se ha celebrado este lunes por la mañana en la catedral de Derby y se ha retransmitido en directo desde Son Amar, cerca de Bunyola.

Decenas de personas de toda la isla asistieron al evento. Angie Guerrero, amiga íntima de Margaret y antigua empleada de Son Amar, leyó un homenaje en español e inglés, y hubo discursos similares de miembros del personal de Son Amar. Entre los dolientes se encontraba la alcaldesa de Bunyola, Marian Serralta.

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Margaret, fallecida el mes pasado a los 76 años de edad, fue propietaria de Son Amar durante muchos años y, bajo su dirección, se convirtió en un importante local nocturno internacional que atraía a los mejores artistas de todo el mundo. La propietaria de Son Amar quería tener su propio negocio y se animó a fundar un club de adelgazamiento para ayudar a otras personas. Con determinación y la convicción de que la pérdida de peso debe ser un viaje de apoyo y empoderamiento, creó Slimming World desde la mesa de su cocina en 1969. Lo que empezó como un pequeño grupo local que utilizaba palabras positivas, un plan de alimentación y el poder del apoyo en grupo se convirtió en una institución nacional, ayudando a millones de personas a alcanzar sus objetivos con dignidad y amabilidad. En 2009, cuarenta años después de que Margaret fundara la empresa, fue galardonada con un OBE por Carlos, Príncipe de Gales, por sus contribuciones a la salud pública, un momento que aceptó con humildad característica, refiriéndose al equipo de Slimming World como los verdaderos destinatarios del premio.

El hijo de Margaret, Dominic Miles, que vive en la isla con su familia, recuerda la elegancia y la gracia de su madre, incluso ante la leucemia, que acabaría con su vida. «Se enfrentaba a todo de una manera genial. Fue increíblemente valiente hasta el último segundo. Siempre estaba muy guapa y sonreía cuando podía. Cuando supimos que estaba en los últimos días de su vida, decidió que quería fiesta, ¡así que metimos una maleta llena de champán y copas en su suite del hospital! A veces, había tanta gente en la habitación que sentí que tenía que hacer de seguridad en la puerta para evitar que entrara más gente. El personal de Juaneda fue increíblemente amable y complaciente con nosotros, y no tengo palabras para agradecérselo. Nos lo pasamos muy bien, como siempre. Si hubiera podido levantarse a bailar, ¡lo habría hecho!».