El lugar no podía ser más indicado para una disciplina deportiva que nace de los entrenamientos militares. El Acuartelamiento Jaime II de Palma de Mallorca recibió a lo largo del fin de semana pasado a miles de amantes del atletismo más extremo, quienes acudieron para poner a prueba sus límites físicos y mentales en el Spartan Trifecta Weekend.
Tras una primera jornada el sábado marcada por la lluvia y el barro, el sol acompañó a los participantes el domingo, quienes se enfrentaron a todo tipo de obstáculos en un terreno montañoso. Se trataba de la novena edición de esta carrera en Mallorca, que forma parte de una liga nacional con paradas en Barcelona, Tenerife, Madrid y Andorra. «Es la primera prueba de la temporada, así que la gente viene con muchas ganas, porque lleva meses sin competir», explica Gloria Mascaró, encargada de registro.

Entre los participantes, hubo un gran porcentaje de gente de fuera. «Entre los extranjueros que viven aquí y los que vienen aprovechando los vuelos baratos que existen desde destinos como Alemania o Reino Unido, además de los que se desplazan desde la Península, al final hay mucha diversidad, gracias al tirón que tiene Mallorca», explica Mascaró. «Otro aliciente que hace especial esta prueba es que es la única que se celebra en un acuartelamiento. Teniendo en cuenta que el origen de la Spartan es el entrenamiento militar, a la gente le hace mucha gracia competir en un espacio del Ejército, con tanques y soldados alrededor», indica.

Ello explica que casi 5.000 personas participaran en este evento a lo largo de todo el fin de semana. Una de ellas fue Bárbara Muñoz, quien compitió el sábado. «El tiempo no acompañó nada y la zona es un poco complicada, con piedras que pueden ser peligrosas cuando hay barro. Además, los obstáculos de suspensión resbalaban, lo cual lo dificultaba todo. Hoy he venido a apoyar a unos amigos, que han tenido más suerte con el clima», señala Bárbara, quien participa cada año desde 2019 y ha venido acompañada por su pareja, Álvaro. «Aunque al llegar a meta se les ve muy satisfechos, les veo sufrir tanto en los obstáculos que todavía no me animo a probarlo. Me conformo con venir a sujetarle a ella el abrigo», bromea. «Se disfruta muchísimo y es para todos los públicos, con un poco de entrenamiento. Además, hay diferentes niveles y, más allá de las modalidades de competición, está la categoría 'Open', que es mucho más suave», defiende Bárbara, quien destaca el compañerismo como el valor clave de esta disciplina, además del espíritu de superación.

Niveles
«Hay opciones para todos los niveles y todo el mundo lo pasa en grande», coincide Rubén Herraez, quien ha participado en las nueve ediciones de la Mallorca Spartan y compitió este domingo, mientras que el sábado colaboró como 'marshall', ayudando a los participantes en obstáculos clave de la carrera. «Hay mucha hermandad: cada uno hace lo que puede y llega hasta donde llega, y puede contar con que los demás le ayudarán. Es como si fuera una gran familia», asegura Herraez, que lleva 15 años practicando esta disciplina. «Desde la primera edición, la carrera ha ido mejorando mucho, se ha ido puliendo e incorporando variaciones, y cada año es más disfrutona», asegura. «La Spartan engancha mucho en todos los niveles. Ahora lo paso muy bien en el nivel competitivo, pero también lo disfruté muchísimo cuando era principiante, ya que puedes venir en grupo y es muy divertido», recuerda.

Justo en ese punto están Francisca Bover y su hijo adolescente Rafel Joan, que vienen por primera vez. «Hemos venido con un grupo del gimnasio, donde hago entrenamientos de fuerza. El objetivo es pasarlo bien y hacer equipo», explica Francisca. «Yo practico fútbol y también hago hipertrofia y ejercicios de fuerza en el gimnasio, y me he animado acompañar a mi madre», añade Rafel. «pero Las pruebas de brazos y suspensión son las que más nos imponen, pero venimos a disfrutar y nos conformamos con completar la carrera. Sabemos que acabaremos llenos de barro, pero esa es una de las motivaciones», bromean. «Es muy bonito hacer esto en familia», asegura Francisca junto a su marido y su otro hijo, que no se animan a participar, pero han venido a animarles y a hacerles fotos.
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