El acuerdo final que cierra la crisis institucional desatada tras la salida del gobierno del Consell de Mallorca de todos los cargos de Unió Mallorquina, que amenazaba la estabilidad del Govern y el Ajuntament de Palma, permite recuperar la necesaria estabilidad en la gestión del entramado de la Administración autonómica. La paralización durante dos semanas a cuenta de un rosario de encuentros y desencuentros entre las tres formaciones implicadas "PSIB, Bloc y UM" ha sido un espectáculo lamentable ante la ciudadanía. A la vista del resultado final cabe denunciar un punto de frivolidad inadmisible cuando la crisis económica se está cebando en la sociedad balear.
Los términos del acuerdo entre el PSIB, el Bloc y UM reflejan más una voluntad de continuidad de las tres formaciones al frente de las instituciones que, a la vista de las manifestaciones públicas, una solución real a los problemas que se denunciaron como origen de la crisis "la enmienda de Son Baco no figuró en la denuncia inicial de UM". En términos políticos, el 'nuevo' pacto obliga a una redefinición de las relaciones entre los partidos en la gestión diaria del Consell que obligará a su presidenta, Francina Armengol, a un talante de diálogo con sus socios, en especial con Unió Mallorquina, que después de este episodio recupera un indudable protagonismo en la institución. También cabe hacer una mención al papel del Bloc, que ha renunciado a ser un mero invitado en los acuerdos bilaterales del PSIB y UM para figurar como un elemento decisivo más del pacto.
Se abre, por tanto, una nueva etapa en la gestión de las principales instituciones de Balears de la que cabe esperar que impere, por encima de todo, el interés de los ciudadanos.
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