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Esta temporada turística lleva camino de ser excepcional, incluso en aspectos que pueden acabar perjudicando la imagen de Mallorca como destino vacacional. La explosión de demanda está poniendo al límite las infraestructuras y los servicios públicos –abastecimiento y depuración de agua, red viaria, seguridad o sanidad–; pero también los propios recursos del sector; algunos tan emblemáticos y necesarios como el transporte discrecional. La propia patronal del sector admite que toda la flota ya está comprometida para atender las reservas del próximo mes de junio.

Una capacidad limitada.

La salida de la crisis generada por la incertidumbre y el conflicto bélico en Ucrania está provocando un desvío masivo de turistas hacia Baleares; y de manera muy especial hacia Mallorca. En esta tesitura ya se repiten con insistencia las advertencias del peligro que entraña una circunstancia que, aunque pueda ser coyuntural, afecta de manera muy directa la imagen de la Isla como destino vacacional. La experiencia y la profesionalidad acumuladas en el sector poco podrán hacer con una escasez de recursos en medios de transporte turístico como la que se vaticina. El principal efecto negativo puede ser la merma en la calidad del servicio. Este es el riesgo real cuando se alcanza el colapso.

Aprovechar las oportunidades.

Es en momentos como los actuales cuando es posible reconducir nuestro mercado turístico sin grandes daños colaterales. Modular una demanda creciente permite incrementar los márgenes empresariales y depurar la oferta indeseable. Hay que adelantarse a las nuevas tendencias de la demanda turística y no llegar al punto sin retorno. Lo que ocurrirá con el transporte turístico en junio es un claro ejemplo de lo perjudicial que puede llegar a ser la falta de planificación. Cuando estemos desbordados será complicado dar marcha atrás.