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Los datos del departamento de Salut Ambiental reflejan el progresivo deterioro de la calidad de las aguas del litoral balear, una circunstancia que se detecta en los análisis que se vienen efectuando en los últimos años. Lejos quedan los tiempos en los que las Islas fueron el paradigma de la depuración de las aguas residuales, fue en la década de los 90 del pasado siglo. Desde entonces la situación ha ido empeorando sin que, y este es el auténtico problema, ninguna institución haya tomado cartas en el asunto para garantizar el buen funcionamiento de las instalaciones y adecuarlas a las nuevas exigencias poblacionales. Las responsabilidades se escurren entre las diferentes administraciones mientras se pone en entredicho su compromiso medioambiental.

Actualización pendiente.

La actual red de depuración de aguas residuales de que dispone Balears requiere de una inversión urgente para adecuarla a la situación actual, muy diferente a las décadas atrás. La presión demográfica, tanto de residentes como de visitantes, se ha multiplicado en estos años sin que se hayan dimensionado las estaciones depuradoras; en estas circunstancias no deben extrañar los continuos efluentes al mar ante la imposibilidad de tratar las crecientes aportaciones. Los aumentos poblacionales no se han acompasado en lo relativo al tratamiento de las aguas residuales.

Una acción conjunta.

Todas las administraciones –Estado, Govern y ayuntamientos– deben implicarse en la adopción de medidas que corrijan la actual situación, deplorable desde cualquier punto de vista. Cuando se plantea alcanzar la excelencia en materia de protección medioambiental, también como destino turístico, no pueden quedar desatendidas cuestiones tan graves como el de la contaminación marina como consecuencia de una deficiente gestión de la depuración de las aguas residuales; es un problema que no se puede aplazar.