El fallecimiento de dos experimentados barranquistas el pasado lunes en el torrente de Lassarell, situado en el término municipal de Pollença, se suma a una ya trágica lista de media docena de deportistas que encontraron la muerte en parecidas circunstancias en los últimos años. En esta ocasión, la suma de unas copiosas precipitaciones –que habían sido anunciadas por la Aemet– y la fatalidad provocaron otro drama en la montaña de la que se salvó milagrosamente una tercera integrante del grupo gracias, en parte, a la rápida intervención de los equipos de rescate. Al igual que en casos similares, salta de nuevo la pregunta de si podría haberse evitado el fatal desenlace.
Deportes de riesgo.
Hace ya varias décadas que se ha producido un inusitado interés por los llamados deportes de riesgo. Son actividades que requieren experiencia, fuerza física y concentración para llevarlas a cabo con garantías de éxito. El barranquismo, en el caso de Mallorca, es junto con el submarinismo, una de las más populares. Hasta un total de 70 itinerarios están localizados en la Isla para llevar a término esta actividad y para el que los dos jóvenes que fallecieron –un médico y un enfermero del hospital de Son Llàtzer– estaban preparados, pero quizá el subestimar las previsiones meteorológicas desencadenó la tragedia en el torrente de Lassarell; sólo la investigación abierta podrá determinar con certeza qué fue lo que ocurrió.
Todas las precauciones.
Popularizar determinadas actividades deportivas es ya un fenómeno irreversible en nuestra sociedad. La cuestión no puede justificar la falta de exigencia en la adopción de todas las medidas de seguridad que sean precisas. Ahora se dispone de más y de mejores medios de previsión de los fenómenos meteorológicos, causantes de muchas tragedias en el mar y el monte, por eso toda precaución siempre es insuficiente.
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El barranquismo en días de lluvia, por ser más específicos.