El control absoluto más que el dinero.
Hace décadas, la mayoría de sectas buscaban el dinero y los bienes inmuebles de sus víctimas. En la actualidad, según han confirmado los expertos consultados por este periódico, el objetivo de estos grupos es el control total sobre el individuo. El poder sobre sus decisiones. No quieren a candidatos conflictivos, que puedan dañar la imagen idílica que propagan, y el boca a boca es la clave para llegar a otros futuros adeptos. Anular psicológicamente a la víctima, y hacerle creer que sus problemas solo pueden ser superados con la ayuda del gurú de turno, son las premisas de estos grupos.
La naturaleza por excusa.
Llama poderosamente la atención que sus técnicas se han perfeccionado y ahora el reclamo ecológico es el más utilizado. Tras meses de encierro, muchas personas necesitan el contacto con la naturaleza para olvidar los tiempos más oscuros del coronavirus, así que los falsos chamanes y sanadores apelan a este contacto con la naturaleza para poder llegar a cada víctima. Excursiones a parajes bucólicos, en grupos reducidos, o jornadas de playa son algunos de los programas que ofrecen las sectas actuales. Internet también se ha probado como una herramienta útil a la hora de encontrar a personas vulnerables, que necesitan ayuda y sin saberlo caen en manos de desaprensivos.
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