El departamento de Patrimoni del Consell ha ordenado la paralización de las obras de remodelación de la plaza de España que lleva a cabo el Ajuntament de Palma. Es un proyecto que afecta a uno de los enclaves más emblemáticos de la ciudad y cuya ejecución lleva camino de ser la constatación de la improvisación con la que se ha trabajado desde el gobierno municipal. El hallazgo de restos de la antigua muralla renacentista que rodeaba la ciudad y su burda y chapucera destrucción, acción denunciada por la entidad ARCA, han motivado la decisión de Patrimoni para poder realizar el correspondiente análisis arqueológico y decidir cómo resolver su conservación.
Claros antecedentes históricos.
El recorrido y la ubicación de las murallas de Palma están documentados. Diferentes obras, públicas y privadas, las han sacado a la luz. Aparcamientos subterráneos, edificios de viviendas e incluso fugas de agua confirman con detalle el perímetro de la construcción defensiva. De todo ello debían ser conscientes los autores de la remodelación de la plaza de España antes de su adjudicación e inicio. Es un detalle que tiene todos los indicios de haberse soslayado con las graves consecuencias que ello acarrea. El parón de los trabajos supone prolongar todavía más –el plazo inicial era de un año y medio– las molestias a los vecinos y comerciantes de la zona.
Una decisión de consenso técnico.
Cort debe alcanzar con urgencia un consenso técnico con Patrimoni sobre el nivel de actuación que pretende llevar a cabo en el subsuelo de la plaza de España; determinar si sólo puede ejecutarse el cambio de diseño exterior o si también pueden modificarse las canalizaciones de agua y alcantarillado. Incluso si es preciso mostrar detalles del recinto amurallado que se derribó en los inicios del siglo XX. Lo cierto es que Palma no puede tener patas arriba durante meses una de sus plazas más importantes.
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