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Los integrantes del Govern del PP que preside Marga Prohens realizaron ayer el protocolario intercambio de carteras con sus predecesores, la visualización de la continuidad en la gestión institucional de la Comunitat Autònoma; aunque en esta ocasión con el escenario inédito de una falta de mayoría comprometida de apoyo estable en el Parlament. Los conservadores han llegado al poder gracias a la abstención de Vox, grupo que advirtió de su voluntad de control sobre las decisiones del equipo de Prohens. Algunas de las exigencias de la ultraderecha ya se han materializado en el organigrama del nuevo Govern, como la desaparición de áreas relacionadas con la normalización lingüística o la memoria democrática.

El catalán como problema.

Sin caer en apriorismos exagerados, lo cierto es que resulta preocupante la aparición de amenazas serias sobre cuestiones que se consideraban superadas, como puede ser el caso de la preservación y fomento del uso de la lengua catalana en las Islas. La nueva titular de Salut, Manuela García, retrocede a la consideración de mérito el conocimiento del catalán para trabajar en la sanidad pública de Balears cuando hasta ahora era un requisito. Otro tanto ocurre con el modelo lingüístico en los centros docentes, cuestión que el nuevo conseller de Educació i Universitats, Antoni Vera, adelanta que tratará de consensuarlo con la comunidad educativa en su primer día en el cargo.

Exigencia de diálogo y acuerdo.

El esquema político aceptado por el PP para la investidura de Marga Prohens requiere de enormes dosis de diálogo social en cuestiones muy sensibles, la lengua es una de ellas, si no se quieren repetir los errores del pasado. Cualquier paso o decisión en estos temas requiere de una enorme labor pedagógica desde el Govern para que la sociedad balear las entienda y justifique, de lo contrario la anhelada estabilidad institucional será una quimera.