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El presidente del Consell de Mallorca, Llorenç Galmés, anunció ayer la disposición de su gobierno para revertir dos de las medidas más controvertidas del anterior equipo: la limitación de la velocidad en la vía de cintura a 80 kilómetros por hora y la conversión de la Vía de Alta Ocupación (VAO), uno de los carriles de la autovía de Llevant de entrada a Palma desde el aeropuerto. Ambas iniciativas forman parte del programa electoral de los dos partidos que gestionan la institución, Partido Popular y Vox. Las modificaciones propuestas, ampliar a 100 kilómetros por hora la velocidad máxima en la vía de cintura y la supresión del carril VAO, se someterán a la consideración técnica de la delegación de la DGT en Balears.

Golpe de efecto.

La iniciativa del Consell es un claro gesto de sus nuevos responsables para evidenciar el cambio político derivado del 28-M. Los directivos de la pasada legislatura trataron de acallar las críticas que provocó su implantación en su momento. Cabe recordar que los cambios pretendían reducir la contaminación acústica, la siniestralidad y fomentar el uso del transporte público en ambos tramos; los que registran la mayor saturación de tráfico de toda la red viaria de la Isla. Para muchos usuarios, las restricciones agravan el colapso automovilístico que padecen a diario los principales accesos a Palma.

Las soluciones.

Responder con una alcaldada a otra anterior no garantiza que se resuelva al problema, que es al fin y a la postre lo que debe interesar a ciudadanos y gobernantes. Mallorca acumula la mayor densidad de vehículos de toda España, agravada en la temporada turística con la llegada de decenas de miles de coches de alquiler. Levantar sin planificación previa las restricciones actuales –los avisos de taxistas y transportistas son claras– corre el peligro de condenar nuestras carreteras al atasco crónico.