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La noticia desvelada este pasado viernes por este periódico sobre la construcción de catorce pisos de lujo en la última ‘possessió’ de la cotizada barriada palmesana de Son Xigala refleja la imparable voracidad constructora que se ha adueñado de grandes partes de la capital y que se extiende también a otras zonas de la Isla. Es un proceso irreversible y que debe ser muy controlado por las autoridades en materia urbanística, ya que un crecimiento desmesurado no garantiza en absoluto que los precios de las casas dejen de subir. En la citada barriada de Son Xigala, junto a Son Quint, Son Puig y Arabela, hace 20 años no había más que solares vacíos. A día de hoy es casi imposible encontrar un hueco donde construir, hasta el punto de que la histórica ‘possessió’ albergará una comunidad de pisos en el interior.

Poco terreno y precios desorbitados.

Sin embargo, el ejemplo de Son Xigala no es único y otras urbanizaciones recientes, como sa Teulera, junto al antiguo Son Dureta, muestran unos síntomas muy similares: suelo agotado y precios desorbitados. En muchos casos, la proximidad de los campos de golf de Son Muntaner o Son Quint hace que los compradores de esas viviendas sean ciudadanos extranjeros, con alto poder adquisitivo, y que a pesar de las altísimas cifras que se piden, la demanda no cesa y la oferta no se resiente. Una vorágine muy peligrosa para los residentes isleños, que pueden quedar apartados de ciertas zonas.

El paradigma del Port d’Andratx.

Viendo como luce ahora la montaña de Son Roqueta, Son Xigala o Arabela, el paradigma del Port d’Andratx, un ejemplo de desastre urbanístico e impacto visual, debería alertar a los responsables municipales y autonómicos de la necesidad de extremar los controles urbanísticos y velar porque se cumpla la normativa. En caso contrario, nos espera en unos años un crecimiento salvaje que no puede ser asumido por una isla como Mallorca y que llevaría a disparar los precios todavía más.