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El Ajuntament de Palma vivió ayer un pleno de la ignominia, para olvidar. La crispación y los malos modos se adueñaron de la sala municipal y algunos políticos dieron un espectáculo lamentable, que no debería repetirse. Anteriormente ya se había registrado un choque entre el regidor ‘popular’ Óscar Fidalgo y Neus Truyol, de Més, con descalificativos personales. Era solo el aperitivo de lo que se avecinaba ayer en Cort. El concejal de Mobilitat, Antonio Deudero, trataba el asunto del eje cívico de Cotlliure y la colisión con Truyol volvió a ser desproporcionada y de muy mal gusto. El político le contestó con la famosa frase de Ayuso cuando insultó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: «Me gusta la fruta» y fue entonces cuando el pleno implosionó. Tras una bronca monumental los representantes de Més y de Podemos dejaron la sala, entre gritos y reproches con los conservadores. Un escena infame como se han visto pocas.

La moderación del alcalde.

A la frase de muy mal gusto de Deudero, del todo reprobable porque se trata de un grave insulto en toda regla, siguió una reacción que honra al alcalde de Palma, Jaime Martínez, que pidió un receso para reunirse con el protagonista del grave incidente y su equipo y tratar de reconducir la situación, que había adoptado tintes impresentables. Las buenas formas del primer edil, con todo, no pueden ocultar el lastimoso incidente de ayer en el pleno municipal. Los políticos deben tener siempre presente que representan a los ciudadanos y los palmesanos, en este caso, no se merecen un espectáculo de este calibre. La institución, tampoco.

Consecuencias.

Con todo, lo ocurrido debe llevarnos a una reflexión profunda sobre el nivel de algunos políticos municipales y la necesidad de depurar responsabilidades cuando estos cruzan las líneas rojas que, en política, nunca deben atravesarse. Así pues, el alcalde Martínez tiene el deber ahora de recuperar las buenas formas en su equipo y asegurar que no vuelva a repetirse un episodio similar. Caiga quien caiga.