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El final de año se le está haciendo especialmente largo al PP balear, que cuando logra cerrar una fuga de agua se le abre otra y, en ocasiones, más seria que la anterior. A estas alturas, no es sencillo enumerar todas las crisis que ha tenido que sortear Marga Prohens y su equipo desde que arrancó la legislatura. Fresco todavía el asunto del vicepresidente Antoni Costa, que contrató a un imputado por agresión sexual, la intersección del caso Córdoba y la tensa relación con Vox han originado una tormenta que supera a las anteriores.

El conflicto con Córdoba.

Si la negativa del PP a incluir en los Presupuestos una partida de 20 millones de euros para la libre elección de lengua en la enseñanza –tal y como reclamaba su socio ultra– había tensado la cuerda, el conflicto con Llorenç Córdoba, presidente del Consell de Formentera, ha dejado al Govern en una situación delicada. Córdoba ha dejado de apoyar al PP y va por libre, mientras que Vox se ha apresurado a cambiar las normas del juego. Prohens necesita ahora mucho más que la abstención de su socio para sacar adelante los Presupuestos de la Comunitat.

Las nuevas exigencias.

En esta tesitura, Vox ya ha hecho saber cuáles son sus condiciones para dar el sí al PP. Al margen de los millones que reclama para la elección del idioma en la educación, ahora hay que añadir una nueva rebaja fiscal y la extinción de cualquier tipo de subvención a sindicatos y patronales. Además, la formación de Abascal tampoco quiere que se aumente el presupuesto para IB3 y pretende asfixiar al IB-Dona. Se trata de una extorsión en toda regla, pero también es cierto que los ‘populares’ no tienen más remedio que sellar acuerdos con Vox si quieren dar un paso al frente y evitar que cobren vigencia los Presupuestos de Armengol. Será un fin de semana largo para el PP, que se sentará a negociar con un ‘aliado’ dispuesto a romper con todos los códigos.