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La presidenta de Vox Baleares, Patricia de las Heras, remitió durante el mes de junio una demoledora carta a Ángel López Maraver, un diputado nacional muy próximo a Santiago Abascal, en la que denunciaba, entre otros turbios asuntos, supuestas irregularidades económicas en el seno de la formación. Incidía también en que Jorge Campos y Montse Amat, su exmujer, habían controlado el partido «como si fuera un cortijo» y con presuntas «acciones mafiosas». Uno de los aspectos más llamativos del caso es la reacción de Madrid o, en este caso, la inacción de la dirección nacional. No se entiende que Abascal y sus dirigentes tengan una información tan comprometedora y no hagan nada. Ante eso, solo quedan dos opciones: que no dieran credibilidad a las tremendas imputaciones o que tuvieran las manos atadas para actuar. Lo cual sería aún más serio.

Testigos guiados.

Un episodio especialmente grave en la misiva remitida por De las Heras es el que se refiere al caso de la exregidora Sandra Barceló, que fue número 2 del general Fulgencio Coll en el Ajuntament de Palma. Según consta en el escrito, fue la propia Amat la que «guió» a la denunciante tras un incidente en un bar y le indicó que debía dramatizar los hechos para asegurar que la política fuera condenada e inhabilitada. Hay que recodar que la relación entre Coll y Amat era inexistente y que Barceló era una persona de la máxima confianza del general.

Un circo.

Se trata, con todo, de un episodio más del circo que Vox ha montado en Mallorca y que ha adquirido tintes tragicómicos. Los supuestos intereses personales de algunos miembros de la formación de Abascal y la lamentable imagen que arrojan los últimos acontecimientos han dejado muy tocada a la formación. Su deriva parece no tener fin.