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Los agricultores y ganaderos de Mallorca llevaron este lunes 300 tractores al centro de Palma y paralizaron durante unas horas la actividad urbana en una movilización histórica que superó la tractorada llevada a cabo en marzo de 2020 bajo el lema Pagesos al límit. Cuatro años después, desbordados todos los límites, la situación del campo mallorquín ha empeorado con múltiples demandas sin respuesta: incremento de los costes, bajada de los precios de los productos, disminución de ingresos y de renta de las familias payesas; entrada de productos extracomunitarios sin controles, a diferencia de las restricciones exigidas por las directivas de la Unión Europea; exceso de burocracia con la nueva PAC, que impone el complicado ‘cuaderno digital'; retraso en el pago de las ayudas. Y los sobrecostes de la insularidad que, en Baleares, a pesar de los falaces anuncios políticos, siguen sin ser compensados e impiden competir en igualdad de condiciones.

Lastre, dificultades y obstáculos

Con todos estos lastres y obstáculos, el futuro del sector agrícola-ganadero es incierto en Baleares; el producto local, que se va encareciendo, se convertirá en un artículo ‘gourmet'; y se acelerará la disminución de la superficie cultivada, el cierre de las explotaciones, y la reducción de cabezas de ganado. La Conselleria d'Agricultura dirige su mirada a Madrid y a Bruselas, pero las primeras medidas se deben aplicar aquí. En primer lugar, agilizar el funcionamiento del Fogaiba para acabar con la crónica demora en los pagos a los payeses. Es una evidente prioridad.

Doce años después, lucha por sobrevivir

En 2012 el entonces conseller Gabriel Company redactó el informe «SOS. La agricultura de Baleares en peligro de extinción» para reclamar a la UE similares compensaciones por la insularidad que reciben las islas del Egeo. Doce años después, la agricultura y la ganadería luchan por sobrevivir. Ayer los payeses mallorquines lanzaron su último y dramático SOS.