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El poblado gitano de Son Banya está concluyendo su fortificación ilegal para impedir que la policía o la Guardia Civil irrumpan en el gueto fácilmente y que los narcos tengan tiempo de deshacerse de la droga en los baños acorazados instalados en las chabolas. Se trata de un desafío inaceptable y una muestra de cómo se las gastan los traficantes del ‘supermercado’ de la droga, que llevan décadas suministrando cocaína, heroína y marihuana a miles de consumidores de Mallorca. La Policía Local de Palma ya ha advertido que puede bloquear el poblado y asfixiar económicamente a los delincuentes que se financian con la venta masiva de papelinas, aunque un bloqueo pr0longado plantea muchas dificultades a nivel operativo, sobre todo porque no hay suficientes patrullas para asegurar el éxito del operativo.

Droga más adulterada

No se trata de la única novedad en el ignominioso feudo de los traficantes. La subida generalizada de precios ha afectado también a la venta de cocaína al por mayor y ahora el kilo de esa sustancia se vende bastante más caro que hace solo unos meses. Los narcos no pueden subir el precio del gramo, que es de 60 euros, pero han encontrado la fórmula para compensarlo: adulteran más el polvo y consiguen más rentabilidad económica. Esta práctica ha motivado la preocupación policial, ya que pueden producirse más casos de sobredosis.

Una solución

El problema de Son Banya no puede abordarse únicamente desde una perspectiva policial, porque es evidente que al día siguiente de una redada hay nuevos cabecillas en cada clan y se ha repuesto el almacén de drogas. A los capos que viven de este negocio no basta con condenarlos judicialmente, porque tienen familias y es necesario garantizar su integración para evitar que continúen con unas actividades ilícitas tan lucrativas y dañinas.