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La barriada palmesana de Son Oliva ha registrado el tercer estallido de violencia racial en Mallorca en poco más de un mes. A final de mayo, clanes gitanos se enfrentaron violentamente con medio centenar de argelinos en las calles de Son Gotleu, lo que desembocó en una manifestación y la posterior expulsión de los norteafricanos del barrio. Días después, la tensión se trasladó a las calles de s’Arenal, en el término de Llucmajor, donde de nuevo los mismos protagonistas se enfrentaron y solo se recuperó la paz con el tapiado exprés de un local okupado por los argelinos.

Ahora ha sido en Son Oliva, donde de nuevo familias gitanas y africanas han llegado violentamente a las manos. ¿Qué está pasando en Mallorca? No es normal que en tan poco tiempo se hayan sucedido episodios de estas características y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad se encuentran en alerta ante la posibilidad de que se recrudezcan los enfrentamientos. El odio entre los contendientes es tan grande que la Policía Nacional y la Guardia Civil se despliegan día y noche para evitar un baño de sangre.

Más inseguridad

Es una evidencia que de un tiempo a esta parte la inseguridad se ha adueñado de muchas barriadas palmesanas y de amplias zonas de la Isla. Pasear de noche, en la actualidad, es un riesgo, algo que antes no ocurría. La población se ha disparado y, en consecuencia, también hay más delincuentes que operan con relativa impunidad. Así pues, el Gobierno debe reforzar a los Cuerpos y Fuerzas del Estado y dotarlos de más medios, humanos y materiales.

El trasfondo

Pero no hay que engañarse. En algunos incidentes, el trasfondo no es racial, sino meramente un intento por hacerse con el control del narcotráfico y los puntos de venta. Es una guerra abierta entre clanes y pandillas para imponerse y controlar el mercado negro, tan lucrativo.