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Mallorca se echó de nuevo a la calle para protestar contra la masificación. Fue otra concentración histórica que reunió en Palma a unas 20.000 personas. Sin duda, fue otra advertencia de la ciudadanía y otra muestra del hartazgo social. El discurso empático de las instituciones, especialmente del Govern, así como las distintas mesas de trabajo que se han activado bajo el paraguas del denominado Pacto por la Sostenibilidad, apenas han servido de analgésico para un sector de la población que reclama las primeras soluciones.

Desconfianza.

Los organizadores de la marcha, la plataforma ‘Menys turisme, més vida’, ya han anunciado nuevas acciones y movilizaciones para el futuro, al mismo tiempo que advierten de su escasa confianza en el Govern de Prohens. En este escenario, los hoteleros se han apresurado a condenar las pintadas y el acoso a los turistas, mientras que los medios de comunicación extranjeros, cuyo mensaje tiene un evidente impacto sobre los mercados emisores, ofrece distintas versiones sobre las protestas ciudadanas.

El alquiler turístico ilegal.

A la espera de las primeras conclusiones que se extraigan de los grupos de trabajo que integran la Mesa del Pacto por la Sostenibilidad, es evidente que culpar exclusivamente al turismo de los problemas generados por la masificación que padece Mallorca es un error de bulto. Como también lo es que las administraciones no hayan activado medidas de efecto inmediato para combatir el problema mientras se elabora el manido documento que debe reformular el modelo turístico y la estrategia económico-social para las próximas décadas. No es sencillo entender que, en esta tesitura, no se hayan incrementado las plantillas para combatir el alquiler turístico ilegal o que casi nadie haya puesto sobre la mesa que el crecimiento demográfico que están experimentado las Islas es difícilmente asumible.