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Carles Puigdemont reapareció en Barcelona después de 2.475 días huido de la justicia y refugiado en Bruselas. Lo hizo arropado por la plana mayor de Junts y centenares de seguidores de la formación independentista. El político logró cruzar la frontera sin ser detectado y poco antes de la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat ofreció un discurso televisado en las puertas del Parlament. Tras su alocución, que se prolongó por espacio de seis minutos, Puigdemont fue vitoreado y se esfumó.

Dispositivo policial.

El retorno de Puigdemont y su posterior desaparición monopolizó la jornada. A pesar del gran dispositivo policial desplegado en los alrededores del recinto donde se sabía que ofrecería su discurso, los Mossos d’Esquadra no fueron capaces –o no quisieron– detener al político. Cuando huyó por sorpresa organizaron la ‘operación Jaula’ para localizarle y arrestarle, pero resultó un fracaso. Puigdemont logró burlar a las fuerzas de seguridad y desde entonces se desconoce su paradero. La ‘desaparición’ del líder de Junts desató una tormenta que, de momento, se ha saldado con la detención de dos miembros de los Mossos, presuntamente por colaborar en su fuga.

Una bufonada.

En plena e infructuosa búsqueda, Puigdemont decidió tensar aún más la cuerda y publicó en su cuenta de Instagram un mensaje burlesco: «Encara som aquí! Visca Catalunya lliure!». El expresident regresó siete años después con el ánimo de boicotear la investidura de Salvador Illa, que ya es el nuevo president de la Generalitat, pero la realidad es que fue el protagonista de un sainete que, probablemente, ha erosionado un poco más su imagen pública. No se atrevió a entrar en el Parlament y su puesta en escena deja en mal lugar a las fuerzas de seguridad catalanas y a sí mismo, metido de lleno en una gran bufonada.