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La descomposición de Vox en Balears parece imparable. De un tiempo a esta parte, desde que el diputado Xisco Cardona abandonó el partido ultra, se han sucedido las crisis internas y las tensiones con Madrid se han convertido en una constante. Ahora ha sido el vicepresidente del Consell de Mallorca, Pedro Bestard, el que ha dimitido de su cargo en la dirección balear del partido, aunque mantendrá sus puestos en el Consell y Ajuntament de Marratxí. En un principio se especuló que su abandono podría estar relacionado con ciertos problemas de salud, pero lo cierto es que el pulso con Madrid y las desavenencias internas entre los distintos miembros de la formación está acentuando una crisis que parece no tener fin y que amenaza con dejar tocado de muerte a la formación de Abascal en las Islas. En este sentido, son muchos los que piensan que el auge y caída de Vox será similar al que experimentó en su día el ya extinto Ciudadanos. Además, no hay que olvidar que el president del Parlament, Gabriel Le Senne, ha sido imputado por un delito de odio tras ser denunciado por la familia de Aurora Picornell, la militante comunista asesinada durante la Guerra Civil y cuya imagen rasgó el político recientemente, en un acto indigno que causó honda conmoción.

Demasiados frentes.

Lo cierto es que Vox Baleares tiene demasiados frentes abiertos y sus miembros forman una suerte de reino de taifas, con una estructura incapaz de articular todas las corrientes y voluntades. De hecho, si se toman como referencia las listas electorales del partido ultra de hace poco más de un año, resulta complejo adivinar quien es fiel a la dirección nacional, quien se ha marchado y quien va por libre.

Relación con el PP.

En este escenario, está la relación de Vox con el PP, que afecta directamente a la gestión del Govern. Prohens y su gente tienen demadiados problemas para encontrar un interlocutor válido. Eso es un problema para los ‘populares’, pero también para la gobernabilidad de la institución.