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La histórica matriarca de la droga, Francisca Cortés Picazo, alias ‘La Paca’, ha regresado a Son Banya, aprovechando que está en tercer grado, y la tensión se ha disparado entre los clanes gitanos de la droga que en la actualidad controlan aquel gueto y que temen que puedan quedar eclipsados por la poderosa narcotraficante. La policía sigue muy de cerca los movimientos en el poblado, que sigue siendo el auténtico supermercado de la droga en Mallorca. Miles y miles de conductores se acercan cada semana al recinto para comprar su dosis de cocaína, marihuana u otras sustancias estupefacientes y todos los intentos municipales por erradicar el poblado han sido de momento inútiles. En aquellas siniestras calles, entre basura y ratas, no hay que olvidar que residen muchos niños, algunos de los cuales no están ni siquiera escolarizados. Son Banya es, sin duda, un fracaso de la sociedad y su erradicación debe ser abordada desde distintos primas, no solo el policial. Es un drama social y las familias afectadas no pueden ser abandonadas a su suerte. Aunque también tienen que querer ser ayudadas.

Redada tras redada.

En los últimos 25 años las redadas en el poblado, tanto de la Policía Nacional como de la Guardia Civil, han sido continuas. Dos o tres veces al año, cientos de agentes irrumpen en Son Banya, detienen a numerosos narcos y se incautan de kilos de droga. Pero al día siguiente el ‘súper’ de la droga sigue abierto y funcionando a pleno rendimiento. Como si nada.

La razón de ser.

En realidad, no hemos de engañarnos, para la policía es muy cómodo tener a tantos traficantes controlados en un espacio tan pequeño. Y también para la sociedad, que de esta forma no ve cómo las familias se dispersan por otras barriadas y comienzan a expandir los puntos de venta de la cocaína. Pero no todo vale y Son Banya, en pleno siglo XXI, es inaceptable.