El terremoto político y social que se ha desatado tras la dimisión del diputado y portavoz de Sumar, Íñigo Errejón, por los supuestos casos de violencia machista en los que está implicado admite pocas comparaciones. De momento, la actriz Elisa Mouliaá ha denunciado que la agredió sexualmente en una fiesta y ahora la policía está valorando las acusaciones para proceder, o no, a la detención del conocido político. El asunto es especialmente grave porque Errejón fue siempre un adalid del feminismo que denunció las conductas machistas que todavía rigen en la sociedad española. Sus votantes, lógicamente, son los primeros en sentirse estafados por una conducta tan denigrante que él, con su dimisión y diversas comunicaciones en redes, ha reconocido parcialmente. Es una obviedad que la lucha contra la violencia de género no debería ser patrimonio de ningún partido, pero se antoja de una hipocresía absoluta que un político que ha hecho del feminismo su bandera sea acusado ahora de acosar a mujeres con intenciones libidinosas. Será, en todo caso, la Justicia la que determinará el alcance penal de las acciones del ya exdiputado.
Íñigo Errejón provoca un terremoto político y social
Palma26/10/24 4:00
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