TW
0

Decenas de miles de personas tomaron ayer las calles de Valencia –130.000, según los primeros datos de la Delegación del Gobierno– para protestar contra la Generalitat valenciana, en especial contra el presidente, Carlos Mazón. Aunque la concentración debía haber sido silenciosa –por respeto a las víctimas de la DANA–, no fue posible. La rabia acumulada traicionó las gargantas y los cánticos de «Mazón dimisión» y «No se han manchado de barro, sino de sangre» acabaron siendo el himno de la marcha. Esta histórica protesta no estuvo huérfana de incidentes. La Policía Nacional tuvo que cargar contra grupos violentos cuando intentaron entrar en el Ayuntamiento por la fuerza. Los agentes fueron atacados con palos y otros objetos y tuvieron que defenderse.

Indignación

Aunque Mazón lleva días negando cualquier error de la Generalitat en la gestión de la DANA y señala constantemente al Gobierno central, es una evidencia que cada vez se encuentra más acorralado. De momento, Alberto Núñez Feijóo no ha tenido ningún gesto en su contra, pero el PP tampoco lo defiende en público. En Valencia, si la manifestación de ayer es un termómetro válido, la indignación es absoluta.

Mentiras y sospechas

Al margen de la falta de coordinación y la cadena de errores en la respuesta a la emergencia, la peor catástrofe natural que ha registrado la Comunidad Valenciana en los últimos 100 años, a Mazón nadie parece perdonarle su frivolidad. El 29 de octubre se encontraba en un almuerzo con una periodista a la que pretendía contratar para la televisión autonómica. Estuvo «incomunicado» hasta pasadas las 19.00 horas y hasta hace poco las mentiras sobre los motivos de su desaparición las había difundido la propia Generalitat. Cuando esto sucede, las sospechas lo acaban envolviendo casi todo.