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Pedro Sánchez, como era previsible, quiere agotar la legislatura hasta el último minuto. Así lo ha dicho en una entrevista. Es la primera vez que habla claro al respecto –y casi de cualquier cosa, porque es de los políticos que tienen una incompatibilidad biológica con la verdad y la claridad-, y se contradice –por supuesto- con lo que aseguraba cuando pedía el voto para ser presidente. Ande yo caliente… Por esto mismo, porque ya está caliente en su mullido sillón del despacho presidencial, no va a facilitar la convocatoria avanzada a urnas. Sólo una rebelión de sus dos principales patas de apoyo –Podemos y los indepes catalanes- le podría tumbar, y quizá ni así siquiera caería porque podría aguantar con los Presupuestos prorrogados hasta el final regular de la legislatura. Si Mariano Rajoy estuvo un año y medio de presidente sin nada hacer, por qué no podría imitarle Sánchez durante dos. No hay razón alguna que se lo impida, si de veras quiere. Claro que la inestabilidad sería en ese caso crónica. La que ya se ha probado en el Congreso. ¿Qué supondría para nuestra Francina Armengol este nuevo escenario? En estos momentos veraniegos la presidenta regional está a la espera. De ser llamada por el presidente para reunirse con él en Madrid. Ansiosa y expectante. Así lo cuentan en el Govern. Están algo mosqueados por algunos de los movimientos de Sánchez pero confían en que todo sea debido a la relativa improvisación a la que ha obligado acceder al poder de la manera vista. Y que a medida que vayan amoldándose al poder los nuevos equipos de cada ministerio las cosas empezarán a fluir. En ese sentido en Palma dan una importancia capital a la reunión Sánchez-Armengol. “Será el momento en que todo se desatascará”, cuentan los de aquí. No descartan nada, ni que haya nueva financiación autonómica ni, mucho menos, el famoso REB, la gran bandera de la jefa del gobierno local. Los socialistas consideran esencial conseguir tal rédito para presentarse con muchas garantías a las elecciones. Garantías de que Armengol pueda recoger en votos la buena imagen que ha conseguido tener entre las bases progresistas y que la consecución de un éxito como el REB podría consolidar como trampolín a un resultado en urnas nunca visto por el PSOE balear. Si por el contrario el REB no llega antes de mayo de año que viene, la posición relativa del PSIB y de la presidenta ante las elecciones no empeorará mucho pero Sánchez le habrá arrebatado –que tenía casi ya en su mano con el PP- ese trampolín hacia el puñado de votos en los cuales puede estar la diferencia entre gozar de o quedarse sin la mayoría absoluta de izquierdas –la suma de los escaños de PSOE, Podemos y los dos Més-. Sin tenerla se vería arrojada a las manos de los regionalistas del PI que optarían entre ella y Biel Company -al frente de los escaños del PP apoyados por los de Ciudadanos- como ocupante de la silla presidencial de nuestra región.