22/03/21 0:00
En Brasil, un colegiado espera el inicio de un partido de fútbol en el círculo central, dando pasitos en torno al balón, mirando de refilón a jugadores y linieres, que pasan a su costado correteando y a lo suyo y, de repente, plaf, el tipo se la saca y orina. Ni pudor, ni recato, ni niño muerto, y eso que uno de sus asistentes era mujer, y al susodicho árbitro ni se le ocurrió dirigirse a una esquina para no ser tan visible. Aquí estoy yo y aquí está mi herramienta, no el pito que llevo en la boca sino el de abajo, y, hala, orino aquí porque para algo ordeno y mando y si me replican tarjeta roja, nos ha jodido, y penalti-gol es gol.
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