La actualidad política siempre ha tenido cierto tonillo de sonsonete, porque los dirigentes y sus gabinetes de comunicación, ignoramos por qué, están convencidos de que la estrategia del sonsonete es la mejor para llamar la atención y divulgar su mensaje. Se trata de un ruido constante de golpeteo, como cientos de pelotas botando en otros tantos tejados (la pelota está en tal o cual tejado, explican los comentaristas), al que se añade el sonsonete con retintín de los teléfonos móviles. Y en el último año, naturalmente, también las cifras de la pandemia como una tamborrada, y el sonsonete técnico de los expertos economistas y epidemiólogos, ya doctorados o espontáneos (el sonsonete en sí), lo que multiplica los ruidos y convierte toda la actualidad en un puro sonsonete global. Con retintín de fondo, decíamos, que es un agrado superior de sonsonete y exige instrumentos tecnológicos. Para comunicar lo mismo a través de las redes, se entiende. De modo que si los políticos han convertido sus declaraciones y discursos en un molesto sonsonete (sonsonete de derechas o de izquierdas, sonsonete catalán, sonsonete vírico), figúrense si a ese sonido incesante se añade el repiqueteo de los teléfonos. Sonsonete ontológico. Más vale que les avise enseguida de que no hay remedio para librarnos, o siquiera paliar, semejante engorro. Si de la actualidad no se sale nunca, te pongas como te pongas, figúrense cuando la actualidad es un sonsonete.
El sonsonete
16/04/21 4:01
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