Las bibliotecas se llenan de estudiantes que buscan un espacio donde refugiarse en libros y apuntes. Hay nervios y tensión en el ambiente. Son los días previos a la selectividad, esos exámenes donde tantos jóvenes se juegan su futuro. Siempre he pensado que nos obligan a escoger demasiado pronto. En tercero de ESO ya tienes que escoger el tipo de Matemáticas que vas a cursar. En el Bachillerato, los caminos se concentran y concretan. Toca hacer elecciones importantes. Está claro que elegir es un acto de libertad. Sin embargo, cada elección que hacemos en nuestra vida nos obliga a dejar muchas opciones de lado. Al optar por un camino, eliminamos automáticamente los infinitos caminos que podríamos recorrer. Ejercer la libertad tiene un precio: cada ganancia implica diferentes renuncias. Quizás deberíamos tener cierto grado de madurez para inclinarnos por una opción que nos marcará para siempre.
Calma
Palma31/05/21 4:01
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1 comentario
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El problema és que com tenim monocultiu turístic, molts d'aquests estudiants brillants acabaran de cambrers a un tot inclòs. És qüestió política canviar, el problema és que els politics són hotelers i els hotelers són els politics