Dicen los del PP, siempre con su cansina salmodia, que lo de los indultos es un pago político con el que Sánchez pretende mantener el pérfido gobierno de coalición. Algo que en los próximos días veremos repetir como un mantra en la prensa adicta a la caverna. Y es que estos chicos no paran, como en su momento no pararon de despreciar al pueblo catalán con lo del Estatut, de forzar la situación hasta hacer crecer un nacionalismo independentista hasta entonces en estado larval, y de montar el pitote un primero de octubre, todo con tal de desviar la atención de la corrupción de su partido y exacerbar un rancio nacionalismo centralista que, como el parto de los montes, acabó pariendo a los ratones de Vox.
Sánchez no pretende más que enderezar un entuerto, esto es, dar una solución política a lo que es una cuestión política y no judicial. Y más necesaria que nunca, visto en lo que han desembocado finalmente las elecciones catalanas. Harto tiene que estar el presidente de oposición tan mezquina, tanto como de que el jarrón chino que tienen en su partido, González, no pierda ocasión de retratarse para la eternidad.
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