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Si al alcalde de Palma, José Hila, le pintáramos las facciones del gato Jinks y hablara con acento andaluz, Pixie y Dixie, los «malditos roedores», adquirirían la forma de automovilistas. Ha escrito Bernardo Ortín en Jot Down, refiriéndose a los míticos dibujos animados de la factoría Hanna–Barbera: la insidia con la que el gato persigue a los ratones «nos hace sospechar que añade de su cosecha más fuerzas psíquicas de las que necesita como depredador».

‘Palma camina’ (prohibición de aparcamiento a los no residentes en el centro, ampliación de las zonas ORA y mayores áreas de restricciones a la circulación) es el último movimiento municipal para demonizar el uso del vehículo privado, presentado por el alcalde unos días después de que la patronal del comercio, Afedeco, hiciera llegar a Cort, a petición de Més, un decálogo de medidas de apoyo al comercio tradicional. Y llama la atención que el anuncio de nuevas limitaciones circulatorias coincida con la adjudicación de un nuevo Plan de Movilidad Urbana, y Sostenible por supuesto, que ha de sustituir al de 2014 y que ha de estar redactado en seis meses, con un presupuesto de 87.000 euros que bien podría haberse ahorrado el Consistorio si tan claras tiene el alcalde las decisiones ya publicitadas. Con todo, parece un sarcasmo que el plan municipal se denomine ‘Palma camina’ cuando precisamente caminar por las calles de la ciudad entraña cada día mayores riesgos a medida que proliferan y se perfeccionan los artilugios fuera de todo control que sobre las aceras atentan contra el peatón indefenso: patines, bicicletas, patinetes de toda forma, tamaño y tracción.

Entre las propuestas de la organización patronal sobresalen algunas: peatonalizar no es cerrar calles; hay que atraer a la gente al centro de Palma («el Ayuntamiento es el que menos ha colaborado con el sector»); mejorar la movilidad, es decir, no desertizar la ciudad a causa de su «compleja accesibilidad» y las abusivas tarifas de los aparcamientos municipales; construcción de aparcamientos disuasorios y lanzaderas con el centro, a lo que se opone la facilidad de acceso a los centros comerciales del extrarradio y la gratuidad del aparcamiento sin límite de tiempo. Junto a cuestiones como la demanda de mayor empatía del aparato institucional con los problemas de los ciudadanos, la reivindicación de los cruceros, una mayor transparencia en la gestión municipal, el trato equitativo en la concesión de subvenciones, que siempre van a parar a las organizaciones afines, se añade un clásico, la reclamación de un transporte público asequible, rápido y puntual y un imposible, consenso entre todos los partidos representados en Cort.

Los portavoces del comercio se han mostrado muy críticos con los planes municipales. Para Antoni Fuster, de Pimeco, se trata de «cerrar por cerrar». El presidente de Afedeco, Antoni Gayá: «Una forma de gobernar basada exclusivamente en la prohibición y en aumentar las cargas impositivas sobre las espaldas del contribuyente». El mismo día que Hila se jactaba de que «la transformación de Palma ha empezado», el reportero por excelencia de este diario, Click, titulaba un amplio informe fotográfico: «Palma, ciudad de pintadas vandálicas y coches abandonados en la vía pública» (16 de junio).