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La semana pasada terminaron los tres días de reunión con líderes de los siete países más ricos y poderosos del mundo, terminaron con muchos anuncios, pero con resultados que, según varias organizaciones como Human Rights Watch, Oxfam y la propia Organización Mundial de la Salud, no son suficientes y que confirmaron una vez más que es una reunión de postureo. El anuncio de Johnson sobre la vacunación es un gran ejemplo.

El G77 nació el 14 de junio de 1964 en Ginebra con una declaración de 77 naciones en la primera sesión de la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de las Naciones (UNCTAD), su creación fue motivada para poner fin a la división del mundo en esferas de la exuberancia y la pobreza intolerable. Pese a las decenas de nuevas incorporaciones, el G77 decidió mantener su nombre original por su significación histórica y hoy está formado en esencia por todos los países de África, salvo Sudán del Sur, que nació como Estado en 2011; toda América Latina, menos México; 37 naciones de Asia, 10 de Oceanía y 1 de Europa.

En sus inicios, el G77 se preocupó sólo por cuestiones económicas; pero gradualmente, los propios miembros del G77 comenzaron a traer sus problemas domésticos, políticos y de seguridad, al igual que sus alianzas con las grandes fuerzas mundiales, para tratar de influir en la toma de decisiones del Grupo.

Cuando hace años el Grupo de los 77 (G77) llegó a un duro acuerdo en sus negociaciones con los países de Occidente, uno de sus enviados advirtió: «Ustedes tienen los números. Nosotros tenemos el dinero». Esa intimidación sobrentendida sobrevuela en la superficie cuando se trata de un tema entre norte y sur, en este caso entre el G7 y el G77. La fuerza de tener China (desde 1992), India y Brasil, fortalece el grupo y lo ha posicionado como el tercer grupo de poder con importancia a nivel mundial, sólo superado por Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad. Su papel es clave para ayudar a dar forma a la agenda socioeconómica de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), incluido el desarrollo sostenible, la protección ambiental, la atención médica universal, la cooperación sur-sur, así como la erradicación de la pobreza extrema y el hambre.

Este año la presidencia del G77 la sostiene el continente africano de la mano de la República de Guinea y en la agenda, a pesar de la pandemia y la falta de vacunación en los países del sur, hay una apuesta firme por el medio ambiente y la lucha contra el calentamiento global. ¿Triunfará el G77 en la lucha del cambio climático? ¡La COP-21 Lo dirá!