En Mallorca, salvo alguna pieza de museo (ni siquiera la iglesia de San Pedro de Escorca que pertenece al gótico primitivo), no tenemos románico porque cuando Jaume I conquistó la Isla ya florecía tímidamente el gótico que al poco se aclimató de una manera demasiado espectacular en uno de los monumentos más impresionantes del mundo, la catedral de Mallorca. A veces pienso que hubiera estado bien que Madina Mayurqa se conquistara cien años antes porque entonces sí tendríamos románico. Bien es verdad que no hay que viajar muy lejos para disfrutar de ese estilo excelso que mi amigo y vecino Peridis –y habitual del restaurante Janatomo del señor Ikenaga, que debe estar, por cierto, jugando al golf en Tokio– reflejó en Las claves del románico, una serie documental prodigiosa que disfrutamos en la tele. En ella nuestro dibujante y arquitecto restaurador de monasterios se sentaba con su gran carpeta a trazar linealmente las muchas joyas románicas de nuestra vieja piel de toro, especialmente de Castilla la Vieja con su apéndice lebaniego, tierra del Apocalipsis dibujado, de Santo Toribio y del mismo Peridis, que desemboca en Santillana del Mar con su magnífica colegiata y el lecho eterno de Santa Juliana más las chuletas de cordero que ponen en Casa Cossío.
Las claves del románico
Palma17/07/21 4:01
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1 comentario
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Molt d'acord amb l'article. S'ha d'acabar amb el turisme de gatera, s'han de tomar hotels i negocis que el fomenten per regenerar platges. També s'ha d'apostar per la cultura autòctona, la d'aquí, l'única que ens fa distints als demés destins. Hem de dignificar les illes, estimar la natura i la cultura i no estar sempre oberts a les inversions de fora. Hem de tenir més dignitat