Es práctica general en política inventar palabras (mejor siglas, como PERTE, con todas las letras mayúsculas), en la creencia de que tras ellas y en virtud de su poder de arrastre, luego ya vendarán los hechos y las cosas nombradas. PERTE, el último vocablo mágico que presentó el Gobierno hace unos días, significa Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica, nada menos, y además de ese ambicioso objetivo, contiene dos palabras, recuperación y transformación, capaces de elevarse por sí mismas como globos aerostáticos lingüísticos, arrastrando así el sentido general hasta el cielo.
Hasta la inversión de 4.295 millones de los fondos europeos, la captación de otros 19.000 y la creación de 141.000 empleos, y eso sólo con el PERTE de la automoción, que es el que anunció un eufórico presidente del Gobierno. Entendiendo por automoción el desarrollo del coche eléctrico y conectado, que es por donde comenzará la recuperación y transformación. Por el coche, naturalmente, igual que hace cien años pero eléctrico. Y conectado, otra palabra emblemática que lo eleva todo de categoría.
Personalmente no sé lo que quiere decir, ni a qué está conectado ese coche; a todo, supongo. A lo que sea, es igual. Y aunque lo he estudiado unos días, tampoco acabo de entender qué es un PERTE (el Gobierno tiene media docena más, de chips, energías renovables, cosas digitales y asuntos por el estilo), pero desde cuándo es eso inconveniente para comentar los grandes proyectos estratégicos del Gobierno, con vistas a la recuperación y la transformación. La palabra es lo que importa. PERTE.
En ella pensaba cuando me vino una idea que tal vez interese al Gobierno. Digitalizar el pulgar y el meñique de la mano derecha (o izquierda, para zurdos), a fin de que cuando se haga ese gesto un poco repipi de hablar por teléfono, se hable realmente por teléfono. Podría llamarse Móvil Anatómico Biodigital (MAB), y aunque no sustituiría al móvil por falta de aplicaciones lúdicas, lo completaría. Y nos mantendría siempre fisiológicamente conectados, lo que para muchos sería como cumplir un sueño. Sin contar los miles de empleos que generaría. Menuda recuperación. Qué transformación.
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Y, ya puestos, que desplieguen el muy aplazado PIJO o Proyecto Interdisciplinar de Jueguecitos Orgásmicos. Eso sí, en plan seguro, sostenible, reciclable y resiliente, SSRR.