Esta semana, desde Milán, nos llegaba la triste noticia de la muerte, a los 80 años, de Roberto Calasso, hombre culto donde los hubiere, políglota, fino ensayista y más que afamado editor; desde 1971 ejerció de director de la prestigiosa editorial Adelphi, de reputación internacional. En la línea de un Stefan Zweig, por poner un solo ejemplo, Calasso representaba lo mejor que puede dar la cultura humanista europea, un tipo de ser humano que, desgraciadamente, está en proceso terminal e irreversible de extinción.
La obra escrita que nos deja –La ruina de Kasch, Las bodas de Cadmo y Harmonía, Los cuarenta y nueve escalones, La literatura y los dioses, La actualidad innombrable, etc.– raya a tal altura que el propio Sciascia decía de él que era uno de los grandes escritores e intelectuales de Italia, lo que ya es decir. De su talla de editor, anhelante siempre del rigor intelectual, la excelencia de la escritura y la exquisitez de las ediciones, da fe el impresionante catálogo de Adelphi. Solía repetir que la calidad de una novela no está en su entramado de ficción, sino en el nivel de su expresión literaria. Lo que contrasta, y mucho, con el actual y lamentable panorama editorial español, en el que buena parte de las editoriales, rendidas al mercadeo más cutre y alejadas de la exigencia del rigor más elemental, han acabado siendo hogueras de la vanidad de todo el que quiere pintar la mona y de la banalidad que suele acompañarla.
Como editor que soy, sirva este artículo para expresar mi homenaje y mi admiración.
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