Amables lectores, como saben este mes de agosto ha iniciado ya la cuenta atrás. No es que lo diga por ser aguafiestas ni porque quiero que se termine ya el verano, ni mucho menos, todavía queda calor y muchas aventuras por vivir. Pero sí que hay algo que mucha gente (sobre todo maestros y algunos escolares) empieza a tener: algún pensamiento que vuelve a merodear por su cabeza, el inminente comienzo del curso escolar 2021-2022.
Si bien es cierto que la mayoría de niños y niñas, adolescentes y jóvenes no inician el curso día uno de septiembre, sí que lo hacen (hacemos: entre ellos me incluyo) los docentes. El primer día de septiembre es el pistoletazo de salida del nuevo curso escolar para nuestros maestros, maestras, profesores, profesoras, docentes en general. Es el momento en que se empieza a preparar el curso, este año escolar, con más ilusión que nunca, con más motivos que nunca, con más esperanza que nunca. Recuerdo el uno de septiembre del curso pasado, tras un duro confinamiento. Entonces había mucha ilusión por parte de todo el claustro de profesores de mi centro, pero también había mucha incertidumbre porque no sabíamos cómo se desarrollaría el curso ni con qué medios podríamos disponer para dar con eficacia nuestras materias. Este curso, aunque en parte es igual en el sentido que deberemos seguir teniendo precaución y seguir tomando de referencia las normas de higiene necesarias que nos vaya dictando la Conselleria, en parte también ya es diferente porque la situación frente a la COVID no es ya la misma y también porque tenemos ya la experiencia de un año escolar, el 2020-2021, que fue duro pero también fue fascinante. Así que, en breve, ya saben. Los docentes volveremos a nuestros centros educativos. Volverán las reuniones para organizar un curso nuevo. Empezaremos a programar, a planificar, a gestionar todos los recursos según los requerimientos de los equipos directivos y de lo que marque la ley.
Con más ganas que nunca, con más fuerza e ilusión que nunca, con más determinación y empeño que nunca, para los docentes ya empieza a oler a pizarra, a material escolar, a libros y cuadernos, a agendas y pupitres, a cultura y vivencias, a sueños y leyendas...
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