Con el asunto de Afganistán ya me he perdido. Confieso que tengo poco interés en desentrañar los secretos de esas sociedades arcaicas e injustas. Recuerdo muy bien que Estados Unidos y sus aliados se metieron en ese avispero indeseable a raíz del fatídico 11 de septiembre de 2001, cuando todos nos quedamos con los ojos secos contemplando lo que jamás nadie había podido imaginar. La respuesta de las víctimas –los estadounidenses– fue meterse en la boca del lobo del matón y prenderle fuego. A eso fuimos a Afganistán, a hacer la guerra, a destruir, a aniquilar. Por eso me choca escuchar a la ministra de Defensa, Margarita Robles , decir que «Occidente ha fallado a los afganos». ¿De qué habla? Occidente invadió Afganistán militarmente, ha jugado a las casitas durante veinte años y, en vista de que aquellos salvajes son mucho más listos de lo previsto, se retira con el rabo entre las piernas. Los afganos, la población civil, la gente corriente, jamás le han importado una mierda a ninguno de los militares que ha dado las órdenes allí. Como ocurre en cualquier otra guerra.
La visión de la ministra
28/08/21 3:59
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