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Resulta verdaderamente extraño que exista controversia en cuanto al horario semanal de un trabajador. La normativa indica que el empleado ha de disfrutar semanalmente de 36 horas consecutivas de descanso, lo que es igual a un día y medio.

La normativa continúa indicando que el descanso entre jornadas ha de ser al menos de 12 horas. Pero la divergencia surge cuando no se aplica la suma del descanso semanal, 36 horas, y el descanso entre jornadas, 12 horas, que por lo que parece es acumulativo, dando como resultado 48 horas. Sin embargo, esta suma no está lo suficientemente bien explicada, es como la letra pequeña de un contrato que la mayoría firmamos sin leerla porque somos cortos de vista o porque nos inunda una pereza terrible al ver tanta letra junta. Existe una sentencia de la Audiencia Nacional a favor de los trabajadores de Makro de 2009, donde se establece el descanso semanal y el diario: «el derecho de los trabajadores a que el descanso semanal de día y medio sea real y efectivo. Por tanto, se deben disfrutar de modo diferenciado».

Estamos de acuerdo que el trabajo semanal no puede superar nunca las 40 horas y el diario las 9 horas, salvo que el convenio colectivo lo distribuya de un modo alternativo. Pero de lo que no me cabe duda es que es preferible ser un listillo simpático que uno odioso.

Aunque te toques las pelotas, si eres simpático y sonríes, ayudas con la bolsa de la compra y te masturbas en la ducha para ser lo más limpito posible, se te perdona casi todo. Hasta el trabajo que es la mayor putada del mundo. Si eres odioso te caerá la del pulpo tarde o temprano y ni al manubrio podrás darle. Con lo cual te podrás sentir afortunado ya que, tal como nos enseñó en la infancia la santa madre iglesia, te puedes quedar ciego.