He dicho amor lésbico, pero creo que amor, simplemente, podría haber sido el eje principal de la novela, y que lo es en cierto modo. Amor y derrota del protagonista judío desarraigado, mutilado de familia, que reconstruye su vida a pesar de todo y acaba con sus huesos en la Menorca de Punta Prima. Amor de los emigrantes que conservan sus raíces y costumbres en Argelia. Amor de los «moros» que suspiran y luchan por la independencia. Lástima que un personaje tan edificante como Michel Bisset, todo amor, sea un acérrimo partidario de la OAS Organisation de l'Armée Secrète.
He dicho también «buena novela» porque El país de l'altra riba cumple todos los requisitos para serlo. Sobre todo en la vida interior de los personajes. En ese sentido, la novela es como un largo monólogo interior. Las reflexiones, los sentimientos, la visión del mundo de cada personaje situado en diferentes épocas y contextos. La obra cumple también los requisitos de una buena trama, pensada y repensada como debe ser para que todo encaje y se mantenga el interés hasta el final.
Otra cosa: la documentación. Una novela de este tipo no podría haberse escrito sin un buen esfuerzo para familiarizarnos con la historia de los menorquines en Argelia, del exterminio de los judíos, del turismo de los años sesenta en Menorca, etc. Tres bien, que dicen los franceses. Pero yo me quedo con lo del amor. Lo dice la propia obra hacia el final: «Tots som de les persones que estimam i que ens estimen». Me quedo con lo del amor y con el extraordinario acierto en la visión interior de los personajes.
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