Me resultaría muy difícil encontrar una opinión tan apropiada al momento que vivimos como la ya lejana en el tiempo de Walter Benjamin: «La única revolución pendiente no consiste en empujar el progreso, sino en parar la historia cuando el progreso nos devora». Benjamin fue un suicida que llegó a su decisión final consciente de que la policía franquista lo iba a entregar a la Gestapo. Como tantos otros talentos que ha dado la humanidad, él también se sintió dueño de su vida y su destino. Lo que le puede llevar a uno el preguntarse la razón por la cual el reciente suicidio de una conocida actriz ha contribuido a atizar una campaña acerca de la salud mental. ¿A todos los suicidas se les puede considerar víctimas de una insania mental? ¿De verdad que no parece una generalización más bien torpe e interesada? Claro, uno recuerda los tiempos en los que de estas cosas se hablaba más en serio.
Palabras sueltas
Palma29/12/21 3:59
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