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El principio del año 2022 que comenzamos no trae ningún buen augurio de cambio, ni se espera que llegue por ahora. Miren, solamente por habernos relajado algo durante las pasadas Navidades se han producido dos mil contagios por el impertérrito COVID-19 en un solo día. Una barbaridad, que sumada al conjunto de los casos habidos en las Islas suman 17.021, sin contar con los excesos de la Nochevieja, como resaca de la juerga, que pocos supieron contenerse, dado el desastroso resultado de cada fiesta. Llevamos dos años de penurias, intentando y creyendo, que el virus está a punto de extinguirse, pero de eso nada, ni mucho menos, pues únicamente los países más civilizados han conseguido inocular un elevado porcentaje, mientras un gran número de países pobres, de elevada población, tienen unas cuotas de no más del 40% en total, por falta de rapidez en los envíos, así como de personal.

De otra parte, existen millones de viajeros que se trasladan de un país a otro, cargados de microbios y virus de toda clase, unos más contagiosos que otros, además de la pésima virtud de estos bichos que, a cada vacunación cambian de parecido con una facilidad asombrosa, que no da tiempo a día de hoy a descubrir las nuevas características de cada mutación. Y si este virus no se agota de tanto cambio, las infecciones pueden durar años, dando vueltas por el mundo, necesitando tiempo para atender a la ciudadanía mundial, que nunca coincidiría en el tiempo, atenazada por unos u otros animalitos hambrientos.

Luego están los negacionistas de siempre, descreídos, mueren de risa por esas tonterías de médicos y laboratorios. Es decir, siempre habrá personas sin vacunar que expandirán bichitos por doquier por su insolidaridad. Esta gente no se entera de que, si ellos no enferman, es gracias a nosotros, que nos hemos vacunado hasta tres veces, y pronto serán más, algo que está ocurriendo en todas partes, que de este modo podemos dar por seguro que los contagios no acabarán nunca, yendo cada día a peor. Pues los grupos a favor del consumismo están en aumento y la destrucción del planeta es evidente por los ataques al paisaje, al mar, por las urbanizaciones en montes asfaltados, aplastando las rocas que hoteles que creen suyas. Ahí es nada. Os deseo un año 2022 en paz y tranquilidad. Ah, no olviden ponerse la mascarilla, y no tirarla al suelo, por favor.
Feliz Año!