Los números están determinando nuestro destino y estado de ánimo. Con las no-fiestas de enero se ha añadido una nueva prohibición al desánimo y agotamiento colectivo que se traducen en unas preocupantes cifras de suicidios y uso de antidepresivos cuyos efectos empezarán a aflorar con más fuerza cuando la COVID remita. Mientras escribo esto nos dan noticia de que alcanzamos en Illes Balears los 1.111 muertos por COVID. Como todo lo relativo a esta pandemia, las dudas y lo que no conocemos nos lleva a pensar que seguramente sean muchos más. Días fríos en los que nuestros políticos han aprovechado Fitur para hablar de los retos que tocará abordar cuando acabe la pandemia y también de una recuperación económica que incluso ya sitúan en 2022. En una especie de visión bipolar se mezclan el optimismo con el cénit de la desesperación y ello está resultando muy difícil de gestionar. La rebeldía ha querido utilizar las fiestas populares de enero que han sido la excusa para un pulso a las medidas adoptadas por las corporaciones locales en un pico alto de esta sexta ola.
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Palma27/01/22 3:59
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