Hace algunos años alguien me repitió hasta la saciedad que realmente todo, la vida, el mundo, las personas, las amistades, las relaciones mismas, todo eran producto del más puro interés. Por aquel entonces me negaba a entenderlo y me afanaba en buscar razones para desmontar semejante teoría que me horrorizaba y para la que no estaba en absoluto de acuerdo. Transcurrido un considerable tiempo de experiencias y vivencias y muy especialmente la dura situación que estamos viviendo a fecha de hoy, he comprendido que, tristemente, efectivamente era así y no por eso estoy de acuerdo con ello, muy al contrario, pienso más que nunca que no hay mayor interés que el completo desinterés. Que el interés a veces es necesario para unir naciones, pero jamás para destrozarse entre sí, que puede que en un momento te haya interesado cierta amistad, pero si no se habla el mismo idioma vital se pierde completamente el tiempo, la paciencia y algo mucho más importante, la dignidad.
Un mundo de interés
Palma22/03/22 17:03
También en Opinión
- El fútbol, en vilo por Bove, sedado y en cuidados intensivos
- Investigan a un hombre que instaló una grúa en las rocas de Cala Egos para bajar su lancha al mar
- Cuidado con el nuevo radar de la vía de cintura de Palma: esta es la multa a la que te enfrentas
- El cabecilla de la trama de las cuidadoras trabajó en hospitales públicos y el Govern
- Este es el queso de Mercadona que se cuela entre los mejores del mundo
1 comentario
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Cualquier relación humana está basada en el interés, no en el financiero, pero sí en el de la intención de conseguir algo a cambio. Hasta en la relación madre-hijo, en la cual ambos reciben una gratificación programada por milenios de evolución: la madre gran parte de su justificación vital y cierta trascedencia, el hijo protección. El amor romántico, cuando no es patológico, también comparte intereses, fisiológicos y psicológicos: deseo y afirmación de uno mismo. No reconocerlo así probablemente lleva al dominio y a la violencia. La política, y en concreto la democracia, es también un intento de compatibilizar los interereses de todos, que en los humanos exige asociación. Muchos autores han dicho que tras el amor al prójimo cristiano, o a la solidaridad secularizada, hay una búsqueda de afirmación del ego; cuando este no la consigue por sí mismo la completa proyectándose en los demás. O más simplemente: ayudar a los demás nos completa a nosotros mismos. Los países y las regiones actúan como sus habitantes: se asocian cuando tienen un interés común, en caso contrario viven de espaldas, excepto una minoría que tiene intereses en ambos territorios. Como buen ejemplo de todo ello el grado de solidaridad despertada por los ucranianos, tenemos intereses comunes con ellos/ellas, pero no con los subsaharianos o los sirios. Hace pocos meses pensábamos que eran rusos o medio rusos.