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Leyendo la literatura médica publicada en las revistas indexadas de alto impacto, un selecto club al que con el esfuerzo de todos la revista de la Real Academia de Medicina de las Islas Baleares –Academic Journal of Health Sciences– aspira a pertenecer en el corto plazo, revistas con contenidos muy alejados por su alta calidad y fiabilidad de los que ofrecen las redes sociales, lamentablemente tan visitadas, en estas publicaciones, digo, por otro lado fácilmente accesibles hoy día en sus versiones online, uno a veces se encuentra con informaciones que le golpean las entendederas y el corazón. Una de ellas, muy reciente, es un estudio/informe publicado en el último Lancet Oncology, abril 2022, firmado por Lisa Iezzoni, doctora que trabaja en el Massachusetts General Hospital, en Boston, Estados Unidos, un centro médico de referencia a nivel mundial. Versa sobre prevención, detección, diagnóstico y tratamiento del cáncer en personas con discapacidades, físicas o intelectuales, un grupo que tal como se detalla en la introducción del artículo, representa entre el 15 y el 20 % de los habitantes de nuestro mundo. El estudio de la doctora Iezzoni demuestra que este porcentaje de población sufre un retraso muy grande en la recepción de procedimientos de prevención primaria o secundaria de las neoplasias malignas y en el acceso a su diagnóstico en presencia ya de síntomas.

Se denuncia en el trabajo que esta demora es particularmente llamativa en el primer mundo sanitario –el nuestro– donde todos los servicios están disponibles en teoría para el conjunto de la población, sin distinciones. No se está minusvalorando la situación lamentable del trabajo anticanceroso en los países emergentes o en desarrollo, donde la actuación preventivo-asistencial oncológica es muy pobre, escandalosa en su mínima aplicación, al alcance solamente de una minoría muy tristemente selecta de gentes privilegiadas, pertenecientes a la clase dirigente, política o económica, creándose en estas comunidades una situación de una desigualdad trágica que la Organización Mundial de la Salud no se cansa de recordar y de pedir que se corrija, tal como puede comprobarse en https://www. who.int/es/about. Lo que este trabajo denuncia, provocando esta reflexión que quiero compartir, es que en nuestro entorno la prevención primaria y/o secundaria del cáncer, cuando es posible y lo es para cánceres muy frecuentes –colon/recto, mama femenina, cuello de útero, pulmón, quizá próstata– no alcanza en las personas que sufren algún tipo de discapacidad la tasa de aplicación que si está registrada en el resto de la población. Tampoco lo está el acceso a los procedimientos diagnósticos o terapéuticos incorporados a los protocolos asistenciales básicos. Todo ello, una situación muy inaceptable, provoca el siguiente comentario-resumen en el trabajo de la Dra. Iezzoni, y traduzco literalmente: «La evidencia que existe en relación con la oportunidad del diagnóstico, el tratamiento y los resultados del cáncer para las personas con discapacidad sugiere un tratamiento diferente y una mayor mortalidad relacionada con el cáncer que para las personas sin discapacidad».

La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) ha evaluado el impacto que en España la pandemia por la infección por SARS-CoV2 ha provocado en las/los pacientes con cáncer (disponible en https://observatorio.contraelcancer.es/informes/impacto-de-la-pandemia-de-la-covid -19-en-personas-afectadas-por-cancer-en-espana). La proporción de hombres con malestar psicológico importante era de un 27 % y del 45 % en mujeres. Las personas jóvenes con cáncer presentaban mayores niveles de malestar, con un 62 % en el colectivo de pacientes menores de 34 años. Además, se ha producido una disminución muy apreciable de los procedimientos preventivo – diagnósticos, tal como se denuncia en el trabajo ‘Retraso diagnóstico del cáncer por la pandemia COVID-19. Posibles consecuencias', publicado en la revista Asistencia Primaria en noviembre 2021 por la Dra. Mercè Marzo-Castillejo al frente de un grupo del Institut Català de la Salut. ¿Hay datos en personas discapacitadas? En otro informe de publicación simultánea al antes citado (disponible en https://observatorio.contraelcancer.es/informes/impacto-del-cancer-en-espana-una-aproximacion-a-la-inequidad-y-los -determinantes-sociales) la AECC insiste en la enorme importancia del nivel socioeconómico y del lugar de residencia como variables que influyen decisivamente en la calidad de la asistencia oncológica –preventiva o terapéutica– recibida. Pero no hay mención en ninguna publicación o en ningún informe a la cuestión que aquí comentamos.

Desde la modestia de estas líneas, me permito hacer un llamamiento para que todas las instituciones que puedan estar involucradas trabajen solidariamente coordinadas, primero para diagnosticar la situación en nuestro medio, comprobando o no los datos que Lisa Iezzoni ha publicado en Lancet Oncology, y después actúen juntas para corregir las deficiencias que me temo puedan ser detectadas en la asistencia preventivo / diagnóstica que las personas con discapacidades reciben hoy y aquí, en Islas Baleares.

Para que la mejor y más deseada igualdad en la asistencia oncológica alcance a todas y todos, para que, como dice en su último libro Carlos López-Otín, este sabio, el camino del miedo se convierta en el camino de la esperanza. Por ahí va la AECC promoviendo en su programa estratégico 2021–2024 (disponible en https:// www.contraelcancer.es /es/sobre-nosotros/plan-estrategico-2021-2024) un esfuerzo de equidad bajo el lema de «el cáncer es igual para todos, pero no todos somos iguales frente al cáncer». Se trata de garantizar la igualdad de oportunidades de todas las personas para luchar contra el cáncer. Avancemos de la mano todas y todos por este camino.