Hará 35 años fui a la Universidad de Alicante a entrevistar a Míkel de Epalza, autoridad mundial en historia árabe-islamica y en la obra de Anselm Turmeda. Le tuve que invitar en el bar de aquella institución —pese a ir yo sin un duro— a un buen y denso bocadillo de filetes de caballa que se comió con fruición. Ya en aquel entonces (1987), Epalza me dijo que en los años futuros Europa se colapsaría de pateras. Aproveché aquel trasiego por Alicante y Murcia, con su Virgen de los Peligros, para ir a Tárbena, Altea (sin Marisol), Callosa del Segura (en una de las puertas laterales de su iglesia se mantenía el letrero «Orinar, tres pesetas», hice diapositiva para mandársela a Cela); luego con la impedimenta me fui a Orihuela, a conocer a los sobrinos de Miguel Hernández y la casa en la que vivió el poeta, para acabar posteriormente en Monóvar, patria del maestro Azorín. Siempre me ha gustado mucho releer a Azorín, su prosa concisa y precisa, llena de silencios y a la vez de sugerencias.
Azorín y el médico de mis padres
23/04/22 3:59
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